Escúzar

No somos Trump, tampoco vivimos en América. Aquí hablamos mucho. Pero apretamos poco

Mi abuelo me dejó una imagen de esperanza. Apoyada su barbilla en el bastón, esperaba la tarde para colocarse el sombrero e irse por la sombra a la haza. Escúzar. Donde el acelerador de partículas. Nada que ver con ahora. La vida por aquella comarca del temple nunca pasó acelerada. Como mucho, una trilla, paja y cuatro piedras con las que simular dos porterías. Los niños del pueblo no daban ni para formar dos equipos.

Allí son como son. Bilingües. La mayoría hicieron fortuna en Alemania y a su jubilación devolvían lo que recibieron al lugar donde el agua se recibía en camiones y damajuanas. La vida sólo pasaba. No más aspiraciones en aquél secanal de agua misteriosamente oculta. Sin árboles donde llorar las heridas más allá de los que había en un cementerio que saludaba a los visitantes, y desde los ochenta más o menos, los de la ermita a pie de carretera. Ninguno más.

Y ahí sigue. Con más proyectos que esperanzas. Oculta detrás de un polígono, agazapada y escondida como si aquello de las empresas y el acelerador no fuese con ella. Una Granada chica. Siempre a las puertas de todo, siempre poseedora de nada. Definitivamente a Escúzar, como a Granada, le falta algo. O le sobra. Quizá sea un problema de interlocución. Demasiados. Nos convertiremos en expertos trazadores de caminos que no conducen a ningún lado, aunque, como decía San Pablo, servirán para mutuamente consolarnos.

¿Exceso de populismo? Cada uno a su nivel, puede ser. No somos Trump, tampoco vivimos en América. Aquí hablamos mucho. Pero apretamos poco. Una y otra vez nos ensarzamos en bizantinas discusiones sobre cómo vender la piel del oso sin haberla cazado. Y ahora, con la crisis del coronavirus, nos situamos aún más al borde del precipicio del discurso vacío, de la palabra hueca, de la promesa incumplida. Y lo peor es que ahora se juega con la angustia de un futuro que no despeja la incógnita del progreso o la recuperación económica.

Escúzar: El acelerador de partículas. Granada: proyectos de financiación europea, nuestra ciudad de congresos… Es tiempo de unidad y reivindicación, de mirar a la cara el futuro. Pero alguien con nombre y apellido lo impide. Cuestiona por motivos espúreos los proyectos y dedica sus competencias y esfuerzo a otros méritos con los que castigar a oponentes de su misma acera. Se autoconoce como verso libre de una organización política que le propuso ocupar una responsabilidad que demuestra carecer. Todos los días se mira al espejo y le devuelve como el más listo de la clase. Pero cuidado. Después de la vacuna, hay vida, y esa vida exige cuentas y responsabilidades, realidades y resultados. Quizá sea mejor arrojar por la borda lo que mañana, seguro, será un lastre.

Escuzar y Granada están en fase de vacunación. Que cada cual agarre su escoba y vaya barriendo su roal. Espacios de mentira y engaño siempre tuvieron sitio para que la historia los crucificara. De ello siempre supimos en estos lares. El futuro de Granada y el de Escúzar, no será, no puede ser por absoluto desinterés, una trilla, paja y cuatro piedras para jugar al fútbol.

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