Porque ingresó en las Juventudes Socialistas en 1960 y en el PSOE en 1962. Porque luchó contra Franco cuando vivía y no con su momia 44 años después de su muerte. Porque él y González fueron protagonistas de los históricos hechos de Suresnes y del XXVIII congreso del partido en 1979. Porque ambos, junto a políticos de las más diversas tendencias -el antiguo estalinista Carrillo, el antiguo falangista Suárez o el antiguo franquista Fraga-, fueron artífices de la Transición y responsables de la victoria electoral del 82 que formó el primer Gobierno de izquierdas desde la Segunda República. Por todo esto y porque tiene 78 años -"soy demasiado viejo para mentir" dijo una vez Tarradellas- Alfonso Guerra puede permitirse el lujo de decir lo que piensa sin miedo, como ha sucedido, a que le tachen de ser de derechas o hasta facha.

Resucitando la genial caricatura de Peridis que lo representaba como una avispa con aguijón, inició la presentación de su libro en el Congreso diciendo: "Este libro lo ha escrito el autor. En este mundo saben que hay muchos que escriben y otros que ponen el nombre en la solapa. Será todo lo malo que quieran, pero es mío". Gran carcajada. Porque aludía al libro de Sánchez que, según confesión propia, ha escrito Irene Lozano, la ex UPyD que dijo que Andalucía era el cortijo del PSOE, aspirante a Cs y finalmente secretaria de Estado para la España Global por el PSOE. Cuando esta señora hizo lo mismo con la militar Zaida Cantero en el libro No, mi general lo firmaron las dos. Cosas que pasan.

Pero no fue este dardo lo sustancial, sino lo que dijo sobre el disparate del relator ("Los que han negociado esto del relator, los que han negociado tamaño desatino ¿con qué país equiparan a España, con Yemen del sur, Burkina Faso?"), el momento que vive España ("La pregunta es ¿hay alguien ahí? ¿Nadie es capaz de comprender que están calcinando la democracia al seguir los requerimientos de los salteadores de la nación? […] En estos días se insulta a Ortega Lara, 532 días en un zulo torturado por los terroristas, y se considera un chico dialogante a Otegi, con el cual se puede ir a tomar chiquitos, éste que estaba con los terroristas. Ésta es la España de la infamia"). Y tan a gusto debió quedarse. O tal vez no. Porque sabe que Sánchez es el peor presidente de nuestra historia democrática y el peor secretario general del PSOE. Y le preocupa.