España como problema

Podría ser un buen reto para los españoles rescatar y leer un libro tan escasamente comentado

Cuesta aceptar que, transcurrido un siglo, los mismos problemas de España expuestos en un libro se mantengan todavía vivos. Porque los mismos males continúan deteriorando la vida cotidiana de los españoles. Incluso, sus nuevos lectores dirán: hay páginas que parecen escritas ayer. ¿A qué cabe atribuir que esos males permanezcan todavía presentes? Hay varias contestaciones posibles. Que el autor mostrase una clarividencia tan inteligente y certera, que supuso también una visión profética. O bien, que los españoles no pueden evitar enfrentarse, cada cierto tiempo, a los mismos demonios y, por tanto, están condenados, como dijo un clásico, a vivir desviviéndose. Una condena que no es continua, pero sí reaparece de manera intermitente. Como si se tratase de unos adversarios que, a la mínima ocasión, no dudan en convertirse en enemigos. Aquel libro, hoy centenario, nació porque su autor, Ortega y Gasset, quería plantear el porqué de esta fatalidad y qué motivos históricos, políticos y sociales han conducido a que esté ahí siempre en acecho. Para presentar el libro, el autor escogió un título que ya lo anunciaba todo: España invertebrada. Un título lapidario que no ha perdido, transcurrido este tiempo, un ápice de actualidad. Se publicó en mayo de 1922, pero como sucede con la mayor parte de los libros de Ortega, las reflexiones fueron expuestas antes en una serie de artículos, en el periódico El Sol, hace exactamente cien años. Aquellas meditaciones sobre los problemas de España no sólo habían sido concebidas por el más europeo de nuestros pensadores, también respondieron a momentos en los que el filósofo se abría a criterios sociológicos y antropológicos modernos que le alejaron para siempre de los anteriores lamentos patrios, enraizados en la tradición regeneracionista y noventayochista. Es la visión de un español que analiza España desde una perspectiva europea, con ideas capaces de articular lo que, pasado un siglo, aún permanece invertebrado, a la espera de algo que nunca llega. Por ello, podría ser un buen reto para los españoles -que contemplan atónitos y desconcertados la situación de estos últimos años- rescatar y leer un libro tan escasamente comentado. Hay muchas ediciones de bolsillo disponibles. Cotejar y comparar, gracias a la mediación de Ortega, aquel entonces y este ahora, sería una buena reflexión para este verano. De no ser así, se corre el riesgo de permanecer engañados, por unos y otros, otro siglo más.

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