La España rural, sin rumbo

Salvo excepciones, no hay base para una economía sólida, ni para una vida social satisfactoria

La disminución en el número de partos ha traído a la actualidad nacional la polémica decisión de la Xunta de Galicia de cerrar el paritorio del hospital comarcal de Verin y la movilización de la ciudadanía afectada. Son las consecuencias de la dinámica demográfica y sociológica que conlleva el abandono del medio rural por parte de las nuevas generaciones de ciudadanos y el consiguiente despoblamiento de cientos y cientos de municipios en toda España.

Soy natural de Guadix y en los últimos años he podido constatar la realidad del despoblamiento en toda la comarca y el consiguiente declive económico; declive agravado por la globalización de la economía que favorece la aparición de gigantes multinacionales que hacen inviable el mantenimiento del pequeño comercio local, generando un desierto económico al que sólo se resiste mínimamente el repunte del turismo rural, con oleadas vinculadas a puentes festivos y otros periodos vacacionales.

Mi comarca es una más de las muchas que hay en Granada, Andalucía y España representando lo que ahora se ha dado en llamar la "España vaciada". Asistimos a un fenómeno imparable por más que se desarrollen iniciativas más o menos acertadas desde los poderes públicos.

La España vaciada se puede comparar al fenómeno del cambio climático en el sentido de que puede que haya un momento en el que parar los efectos de su evolución sea tarde; en el fenómeno del despoblamiento en el mundo rural, estoy convencido que se ha pasado el punto ya en el que la situación es irreversible y se atisba que numerosos pueblos van a desaparecer en pocos años.

Lo que es cierto es que si desde los servicios públicos no se encuentran mecanismos de planificación de recursos que puedan adaptarse a las nuevas realidades, el cierre de servicios como el de Verin o de ofertas educativas infantiles y otros servicios públicos, acelerará la decadencia en una especie de crónica de una muerte anunciada.

Y, por mucho que se proteste o se prometan medidas, el panorama geográfico y sociológico de los próximos decenios cambiará de manera irremediable porque las razones del despoblamiento son muy poderosas: salvo excepciones, no hay base para una economía sólida, ni para una vida social satisfactoria, ni para el ocio digno al que aspiran las personas. Así que quizás sea mejor no engañarnos más a nosotros mismos.

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