Florentino Pérez ha dinamitado a la Selección al anunciar que ficha a su entrenador, Julen Lopetegui, a tres días del inicio del Mundial de Fútbol. Al presidente de la Federación, Luis Rubiales, se lo comunicó con displicencia cinco minutos antes. Sucede con quienes tienen dinero por castigo. Flowertino se ha arregostado a ejercer su acaudalada voluntad, a que lo favorezcan con un penalti dudoso y la expulsión del portero contrario en el último minuto de la prórroga en medio del efervescente aplauso popular. Y eso ha hecho medio país. El nacionalismo futbolístico blanco, el mismo que abarrota el Bernabéu con banderas rojigualdas y hubiera pedido la aplicación del 155 pelotero y la expulsión de la liga española del Athletic o del Barça si sus presidentes hubieran perpetrado algo parecido, está despedazando a Rubiales por haber cesado a Lopetegui. Lejos de arremeter contra el profesional que negocia a escondidas el valor de su palabra, mientras pide a los jugadores que olviden a sus clubs y sólo piensen en España, hay sepulcros blanqueados del periodismo nacional que también acusan al motrileño del fracaso que pueda sufrir el equipo.

Los Lopetegui tienen sus prontos y sus leyendas. Del padre del ya entrenador del Madrid, que fue levantador de piedras y dueño de un asador en el País Vasco, se cuenta que lanzó por una ventana a Urtain, boxeador y campeón europeo de los pesados, cuando trató de tontear con su esposa. Pero los Rubiales no les van a la zaga en entereza. Desde que se fue de casa con 16 años para militar en los equipos inferiores del Valencia, Luis ha lucido serenidad, valor e inteligencia. Lo hizo como jugador, de ahí que la afición del Levante llegara a apodarlo Pundonor Rubiales; y lo hizo como representante de los futbolistas, que lo defendieron con ceguera. El hijo del antiguo alcalde socialista de Motril dirige ahora el Ministerio del Opio del Pueblo, la Federación Española de Fútbol, una institución que mueve una masa descomunal de dinero… pero es un advenedizo, un recién llegado. De ahí que Florentino, Flowertino, Clavelito Pérez, o como se llame este hombre, lo haya ninguneado. Grave error. Queda gente digna y orgullosa en el país. Gente del margen izquierdo del Guadalfeo que aún sufre ataques de corriente alterna o que quedó afectada de pequeña por el viento de los chirimoyos. Gente capaz de mirarte a la cara, de decirte que te abaniques con el fajo de euroflowers que vale el amor a la patria de Lopetegui y de mandar después a la mierda al chaquetas. ¡Motrileños! Del califato independiente.