Érase una vez
Agustín Martínez
¿Juanma también va “Pa’lante?
La circunscripción única en las elecciones europeas acaba de demostrar cuáles serían los verdaderos resultados electorales que obtendría hoy cada partido en España en las generales si también votásemos con dicho método –en el que todos los votos valen lo mismo– en vez de con el diabólico sistema D’Hondt.
Y, aunque hoy en nuestro país siguen los mismos problemas que teníamos el viernes: independentismo, preocupante injerencia del poder ejecutivo en el poder judicial, polarización…, estas elecciones europeas han constatado también que Europa no está dispuesta a suicidarse culturalmente, como viene intentando imponer una izquierda mal llamada “progresista”, agarrada al lobby woke desde hace décadas exclusivamente porque quiere seguir mandando pese a haberse quedado sin ideología desde que cayó el muro de Berlín.
El declive del wokismo es ya tendencia no sólo en EEUU, también en Europa, porque esta ideología destructiva de la idiosincrasia occidental lo único que ha conseguido es la polarización y el enfrentamiento de la sociedad europea, porque siglos de cultura y valores propios no pueden liquidarse sin más imponiendo ideas y elementos artificiales y forzados, cancelando todo lo que no responda a la dictadura woke. No hay más que ver cómo se reescriben los clásicos de la literatura o las películas conforme a esta absurda religión que sólo conduce al fin de nuestra cultura.
Europa no necesita de esta ideología que, bajo la apariencia de “políticamente correcta”, en realidad cercena la igualdad, la libertad de expresión, y otros muchos derechos ciudadanos en pro de privilegiar a determinadas minorías por encima del resto de los ciudadanos, creando desigualdades, y minando las bases de nuestra sociedad, forjada sólidamente ya de por sí en la democracia, la libertad y la igualdad, logros conseguidos ya plenamente por las democracias europeas occidentales.
Y es que la sobreactuación artificial y forzada en determinados temas ya superados por la democracia occidental, lo único que consigue es la polarización, la crispación y el rechazo colectivo.
El progresismo woke y la izquierda que lo abandera, deben hacérselo mirar, y centrarse en otros destinatarios, véanse dictaduras opresoras, pero con ellas no se atreven, por eso han intentado arrasar con el mundo occidental –más permisivo–, y, por ende, con la Europa democrática.
Cuando se fustiga demasiado al objetivo equivocado, la reacción contraria no se hará esperar. Europa acaba de demostrar que no va a liquidar sus valores y su cultura por las presiones de un lobby americano sustentado por una izquierda europea en caída libre y carente de ideología. Europa es mucha Europa y puede presumir de tener por bandera la democracia, la libertad y la igualdad.
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