Paso de cebra

José Carlos Rosales

josecarlosescribano@hotmail.com

Exhumaciones

Tres exhumaciones que podríamos habernos ahorrado si en nuestro país hubiéramos hecho las cosas de otro modo

Los restos mortales del fundador de Rumasa, José María Ruiz Mateos, han sido exhumados esta semana en la Iglesia de Rota (donde estaban depositados) para poder cotejar su ADN con el de una mujer que sostiene ser hija biológica de este empresario indomable y agreste, hija nunca reconocida, hija clandestina o periférica. También Bertín Osborne ha exhumado esta semana a José María Aznar, el único presidente del Gobierno de España con conocimientos de inglés y amigos en Texas o Connecticut; fue durante un programa de televisión, ese que se llama Mi casa es la tuya, un programa donde el entrevistado desnuda su alma, desvela secretos menores y se pone a guisar en una cocina que más bien parece un quirófano; algún amigo me cuenta que Aznar continúa mostrándose orgulloso de sus aventuras militares y sigue falseando sin pudor su gestión de los atentados del 11-M. También esta misma semana, semana de exhumaciones imprevistas, la banda terrorista ETA ha dado instrucciones para que puedan localizarse los ocho depósitos donde guardaba armas y municiones; así que ya podrán exhumarse sus más de 100 pistolas y rifles, 3000 kilos de explosivos, detonadores y demás artilugios utilizados para sembrar el pánico en esa búsqueda compulsiva de una libertad sectaria que sólo ha generado sangre y dolor, asco y miedo.

Tres exhumaciones que podríamos habernos ahorrado si en nuestro país hubiéramos hecho las cosas de otro modo o nos hubiéramos dado la oportunidad de hablar sin prejuicios, de sentarnos unos al lado de los otros y respetar sin artimañas nuestras normas y leyes. Si hubiera sido así, algunas conductas empresariales no se habrían producido con tanta frecuencia, esas que se basaron en la doble moral y en la connivencia indecente con políticos de baja estofa. Si todo hubiera ocurrido de otro modo, el ejército español jamás habría sido enviado a ningún sitio sin la aprobación del Parlamento. Y, finalmente, si hubiéramos sido capaces de explicar y explicarnos con tangible veracidad nuestra historia reciente, no tendríamos que oír majaderías como las que sostiene Etcheverry (uno de los espontáneos mediadores en el desarme de ETA): "[este] conflicto es muy largo y no nace con ETA, sino con el golpe de Estado de 1936".

Mientras todo esto ocurre, siguen sin exhumarse los restos de aquellos españoles que no traicionaron al gobierno de la II República y que todavía hoy yacen esparcidos en cunetas, barrancos y cañadas. ¿Hasta cuándo?

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