Lo ocurrido el pasado miércoles en la capital granadina demostró que, pese a todos los cuidados que se pongan, nunca son suficientes. Los agricultores desbordaron cualquier previsión y terminaron por sitiar la ciudad, igual que cuando se colocan vallas para tratar de impedir el vandalismo sobre el mobiliario público. En ambos casos, solo queda extremar las precauciones al máximo para tratar de que los daños sean los mínimos posibles o, en el peor de los casos, actuar rápido para evitar problemas.

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