Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Fanáticos con máscara

Vulven a surgir los 'fachas', de derechas e izquierdas, que insultan escondidos en seudónimos

Los que expresamos, con nombres y apellidos y hasta con fotillo -que diría Cárdenas- nuestras opiniones sobre la actualidad política, social, cultural etc., distinguimos entre las disensiones respetables en una democracia -bien sean en cartas al director o artículos firmados-, de los insultos, descalificaciones personales y profesionales que, aprovechando la libertad de algunos medios o redes sociales, lanzan individuos, generalmente indocumentados, semianalfabetos a juzgar por la forma de redactar sus sentencias que, amparados en el cobarde anonimato de sus seudónimos dicen cosas que no se atreverían decir si se conociese su identidad. Son los nuevos fanáticos con máscara a los que hacemos el mismo caso que a los ladridos de un perro callejero. Imitan, sin embargo, el grado de estupidez mental de los líderes a los que defienden, si algún columnista critica a su jefe; ayer Franco, hoy, Sánchez. Los periodistas que dimos la cara en la transición por las libertades y la democracia tenemos recuerdos de amenazas anónimas, llamadas telefónicas, etc. Los nuevos 'fachas', de derechas o izquierdas, han vuelto a reaparecer. Dejan grabados su fanatismo por su líder que nunca está equivocado, es el mejor de la nación y hasta del mundo, jamás miente, aunque las hemerotecas revienten de tantos atentados a la verdad, a cambio, supongo, de las migajas que le tiran con desprecio a los que imitan y defienden tan burdamente.

Los columnistas, veteranos o no, hacemos caso omiso a esos burdos desahogos, donde se sustituye un disenso normal por el insulto. Son ladridos de canes sin collar, aunque se identifiquen por el jefe que defienden, al que imitan en los insultos que vemos en esos debates parlamentarios, en la comparecencia de los diversos líderes políticos o en la soez propaganda que los gobernantes de turno hacen de sus ideas. Sin embargo, todo poder -político, económico, social, religioso, incluso judicial- necesita, en una democracia, el contrapoder del pensamiento libre que pueden o deben realizar periodistas y ciudadanos, porque el pensamiento único sólo es posible en una dictadura que, en el fondo, es deseada y admirada por estos fanáticos, bien estén enmascarados o peleando de forma velada por lo mismo. Los que hemos enjuiciado y criticado la dictadura y luego, en democracia, hemos valorado las luces y sombras de Suárez, González, Aznar, Zapatero o Rajoy, no va a extrañar a los lectores inteligentes que subrayemos aspectos negativos del actual presidente del Gobierno, don Pedro Sánchez. Los ladridos sin identificar no nos apartarán, a mí ni a mis compañeros, de enjuiciar lo que nos rodea. No se puede resucitar, como decía Lola Quero en su última Rayuela, las dos Españas que nos han helado el corazón.

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