Quousque tamdem

Luis Chacón

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Fantasías de ayer y hoy

No es más que la constatación del falseamiento de la historia que se ha elaborado en toda España, no sólo en Cataluña

La imagen desaseada de miembros de la CUP homenajeando a Rafael Casanova en la última Diada refleja claramente la sinrazón de una ansiosa búsqueda de símbolos inventados o al menos, manipulados y tergiversados hasta la más absoluta desvergüenza, para justificar identidades inexistentes. Resulta curioso que la extrema izquierda, republicana, anticapitalista y revolucionaria homenajee al aguilucho austracista que se enfrentó a los botiflers borbónicos hace tres siglos en una guerra que dilucidaba si el trono del Imperio Español lo ocupaba un Austria o un Borbón. Pero lo más delirante de todo está en quienes se vanaglorian de no acatar la Constitución o el Estatut porque no tenían edad para votarlos pero se sienten concernidos por oscuros Fueros Medievales otorgados por algún rey olvidado a la vez que sufren como un agravio personal y un ataque inadmisible a sus libertades los Decretos de Nueva Planta o las Capitulaciones de Granada.

Todo esto no es más que la constatación del falseamiento de la historia que se ha elaborado en toda España, no sólo en Cataluña, en los últimos decenios. Incluso en determinadas partes de Europa. Y no me refiero sólo a las disparatadas biografías que afirman la catalanidad de Colón, Cervantes o Teresa de Jesús que cualquier persona instruida tomaría por una astracanada. Va mucho más allá. El rescate de infinidad de tratados medievales, reinos, principados, ducados y condados, héroes legendarios y curiosidades históricas convertibles a golpe de artículo de prensa en razón de ser de cualquier identidad, abruma desde hace mucho tiempo. Demasiado. Tanta mentira asquea y por eso se recurre a la leyenda. La fantasía del relato resulta descorazonadora. Pero lo peor de todo es la inacción del estado, la anuencia de los gobiernos, el seguidismo de los intelectuales, la ausencia de una voz tronante en las Universidades que desmonte tantas fantasías cogidas con alfileres y desconocidas de todos hasta que algún iluminado las sacó a la palestra y las televisiones gubernamentales le dieron minutos, mientras las redes sociales se encargaban de promocionarlas.

Si España y Europa decidieran construir su futuro basándose en las añejas realidades surgidas de las políticas matrimoniales y las bravatas guerreras de un puñado de personajes medievales de segunda fila y no en la democracia y las libertades individuales, tendríamos un grave problema de infantilismo.

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