Rosa de los vientos

Pilar Bensusan

bensusan@ugr.es

Figurones

Cuestionar la intelectualidad ajena con argumentos peregrinos es parte de la penosa ausencia de ideas propias

Asombrada estoy del afán de protagonismo de quienes sin identidad ni ideas propias intentan desprestigiar las ajenas sólo por figurar, por intentar ser quien no se es y tener el minuto de gloria que su propia realidad les niega. Algunos de estos figurones, tuiteros, digitalistas, wikiadictos… llevan años viviendo del régimen andaluz y temen perder sus privilegios, porque ahora es ya un clamor que los granadinos no piensan como ellos -nunca lo han hecho-, con la diferencia de que ahora lo dicen en alto y se levantan contra quienes durante 40 años han demostrado no querer a Granada, ningunearla y postergarla, tanto desde aquí como desde la metrópoli autonómica.

Hitler, Stalin, nazi, fascista, independentista son algunas de las lindezas que estos fugaces figurones intentar asentar en el imaginario local -sin medir las consecuencias jurídicas de sus palabras-, por pensar para Granada, o por el simple hecho de que a raíz de un riguroso estudio científico de las Universidades de Oxford y Santiago -que no son precisamente centros desacreditados internacionalmente-, y que ya había publicado un importante medio local, referí las posibles diferencias entre granadinos y andaluces occidentales. Sólo diferencias de carácter derivadas de los distintos pobladores por líneas de asentamientos tras las migraciones. Todos castellanos, todos cristianos venidos del norte, todos iguales… simplemente con diferencias de carácter que han perdurado hasta la actualidad, a pesar de los figurones de turno.

Es un hecho que los granadinos tenemos un carácter bien distinto a sevillanos o gaditanos y de ello tenemos fama… de ahí nuestra singularidad… más castellanos, serios, austeros y cerrados que jaraneros y abiertos, y de ahí nuestra ausencia de empatía con el folclore y fiestas andaluzas. Ni más, ni menos.

Eso sí a estos figurantes de escena ajena no se les oye una palabra contra el dios Infante, cuando afirmaba tajante que somos afroasiáticos, despreciando expresamente nuestra ascendencia europea y llamando a una nueva guerra contra los bárbaros de Europa.

Granadino es todo el que se sienta como tal, haya nacido aquí o en Sebastopol, Kenia o Seúl, y cuestionar la intelectualidad ajena con argumentos peregrinos es parte de la penosa ausencia de ideas propias. Aparte de que la diversidad ideológica no afecta a la intelectualidad, que pertenece a un mundo de las ideas inalcanzable para muchos.

Los granadinos nos sentimos granadinos y así vamos a seguir sintiéndonos.

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