Fin del maldito año

Presumimos de ser 'Homo sapiens' y nos encanta que nos cuenten historias por Navidad

Aprecio en el personal unas ganas locas de que se acabe este año. ¿Nos desearemos un feliz año nuevo, de aquí a nueve días? Y en once días: ¿Qué haremos el 2 de enero con aquello del Granada, ¡qué!? Pierdan toda esperanza: el año que viene todo seguirá casi igual, como todos los finales de años, quiero decir. O más bien, todo lo contrario; pues cada final nos decimos que vamos a cambiar. Y este año, me da que lo que queremos es volver a como estábamos antes de esta pesadilla llamada pandemia.

Cuando escribo este último Cajón del año me barrunto estar en un larguísimo túnel del tiempo que me lleva a épocas oscuras de la historia. Aquellas en que la gente no se movía de su pueblo pues los caminos eran intransitables en invierno y estaban llenos de peligros, era lo mismo tener un buen caballo o un terco asno. Da igual ahora tenga un 4x4 que un motocarro, en cualquier momento te cierran una carretera, autopista o camino vecinal.

Eran aquellos tiempos, como ahora, en que cada reino o autonomía tiene sus normas, leyes y privilegios. Y cada señor feudal o presidente autonómico dicta sus bandos, los cuales son reescritos a cada momento de forma y modo que el pueblo, docto o no, termina por no saber qué hacer. Y el rey o el presidente están distantes, ausentes, o quizás miran para otro lado.

Eran aquellos y estos tiempos en que la gente creía lo increíble o se dejaba seducir por fantasías dirigidas. Podían ser dragones, diablos, ángeles, magos o virus engendrados en los laboratorios de múltiples conspiraciones. Por entonces se creían historias de milagros y ahora nos fiamos de las lejías purificadoras y reenviamos mensajes de WhatsApp que perjuran que las multinacionales nos van a meter un microchip manipulador en la inyección vacuna. Es la misma mente humana que repite su deseo de que le confirmen en lo que ya cree.

Eran tiempos en que feudos, gremios y cofradías clasificaban al personal y le permitían hacer según qué cosas. Se aproximan ahora tiempos en que te van a clasificar por grupos de riesgo y te pondrán la vacuna y con ello podrás ver según que cosas y moverte según a que lugares. Me parece que al siglo XXI se le ha perdido una X. La estupidez humana no ha cambiado, y seguimos presumiendo de ser Homo sapiens, y nos encanta que nos cuenten historias por Navidad. Vale (del latín, mantente sano).

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