Paso de cebra

José Carlos Rosales

Fotos falsas

EL viernes pasado, en las páginas que este diario le dedicaba a la Feria Internacional de Turismo, se incluía una foto estimulante: el presidente de la Diputación Provincial y el alcalde se Granada aparecían juntos, sonrientes y felices, mientras brindaban por el buen futuro del turismo granadino. Y no sólo eso: brindaban rodeados de colaboradores y José Torres Hurtado apoyaba amablemente su brazo derecho en la espalda de Antonio Martínez Caler: con los vasos en alto, parecían definitivamente unidos en un mismo afán.

Sin embargo, bastaba leer el reportaje de Guadalupe S. Maldonado para darse cuenta de que la foto carecía de fundamento, era una foto falsa, algo parecido a esas fotos que ciertas familias se hacen en los banquetes de boda, sonríen para la posteridad de los nietos falsificando un clima de buenos modales que apenas si dejará huella: los cuñados no se hablan, a la suegra le cae mal el hermano del novio y la novia no soporta las confianzas que con ella se toma la hermana del que ya es su marido. Algunas familias se hacen fotos como consecuencia de una doble moral tan hiriente como inútil: quieren aparentar lo que no son, pasar a la pequeña historia de los álbumes familiares como una familia feliz, que nadie note lo poco que se aman, quieren tapar como se pueda desavenencias y rencores.

El Ayuntamiento y la Diputación han acudido separados (un año más) a la Feria del Turismo. Además, sus declaraciones previas han sido una larga sucesión de desencuentros y descalificaciones, siendo imposible que se pongan de acuerdo en algo tan elemental como trabajar unidos en los convenios de los llamados vuelos baratos. Ni siquiera las declaraciones de la Confederación Granadina de Empresarios han logrado que Torres Hurtado se siente y lime sus diferencias con Martínez Caler.

No sé cómo algunos políticos pretenden que haya paz social, entendimiento o colaboración. Sus fotos y sonrisas van por un lado, su voluntad de encuentro va por otro. Supongo que se han olvidado de la verdadera naturaleza de su trabajo, de la razón última de su sueldo: dialogar, pactar, cooperar sin doblez. Para pelearse sin fin o desentenderse de las cosas comunes, para ponerse zancadillas o tirarse las encuestas a la cabeza, para todo eso no nos hacen falta los políticos. Los peatones de la historia podríamos pelearnos sin ayuda de nadie. Lo que esperamos de los cargos públicos es algo muy diferente, lo que nosotros solos no podemos hacer. Por eso nos resultan tan falsas esas fotos de brindis y sonrisas que se apagan en cuanto los fotógrafos se van con la cámara a otra parte.

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