Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Fracaso

El coronavirus ha sacado a la superficie muchas de la debilidades de nuestro sistema de gestión política

El verano ha sido un fracaso desde el punto de vista sanitario. Ahí están los datos que no dejan lugar a dudas y que asustan por lo que puede venir a partir de ahora. También lo ha sido desde el punto de vista económico: la desescalada apresurada, en la que cada autonomía se hizo su propio traje para salvar el turismo y el dinero que pudiera mover las vacaciones de los nacionales no ha servido para despejar incertidumbres económicas, sino todo lo contrario. Y tampoco lo hemos hecho mejor en el aspecto social: ha sido imposible meter en cintura el ocio nocturno, los jóvenes se han convertido en los transmisores principales de la enfermedad y pisar una playa o sentarse en un restaurante se ha convertido en una actividad de riesgo.

Así las cosas, el otoño se presenta mucho más sombrío de lo que pensábamos cuando en junio nos metimos en eso que todavía algunos llaman la nueva normalidad y que ya ni es nueva ni nunca ha sido ni es normal. Lo del inicio del curso escolar, con independencia del resultado que finalmente arroje en incremento de contagios e incluso en deterioro de la calidad educativa, va a quedar como síntoma de por qué nos pasan algunas de las cosas que nos pasan: caos, falta de planificación, normas contradictorias, falta absoluta de liderazgo del Gobierno, cada comunidad autónoma haciendo la guerra por su cuenta, politización de algo que no se debe politizar...

Y todo esto nos lleva a una conclusión: como país no hemos aprendido las lecciones de marzo, cuando pasamos casi de la noche a la mañana a ser el país más afectado por una emergencia mundial que nos golpeó con especial saña por una ineficacia en la gestión que sólo algunos iluminados como Boris Johnson o Bolsonaro superaron. Ahora resulta que estamos en las mismas, aupados a la cabecera de la siniestra lista de los más afectados por la pandemia y sin que tengamos ningún camino trazado para hacer frente a la situación.

El coronavirus está sacando a la superficie las muchas debilidades de nuestro sistema de organización política y de la gestión y el proceso de toma de decisiones en los principales servicios públicos, como la sanidad y la educación. En algún momento, si es que ese momento no ha llegado ya, habrá que preguntarse si el modelo es o no válido para hacer frente a situaciones como las que vivimos, al margen de que tengamos un Gobierno y una oposición más o menos capaz. El problema no parece estar en que Pedro Sánchez lo está haciendo fatal y que Pablo Casado vendría con las soluciones. O que Susana Díaz arreglaría todo lo que no arregla Juanma Moreno. Ojalá fuera tan fácil.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios