Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

Francisco Cuenca y Olé

Se le ha ocurrido extender el jolgorio de las fiestas del Corpus al Centro, obligar a su residentes a vivir la feria sí o sí

Tras meses de obsesiva exhibición de fulares y sobreexposición fotográfica llegué a creer que el único modelo que tenía la ciudad era el alcalde. Pero no, Cuenca alberga un proyecto y ya se conoce: promocionar hasta el hartazgo una capital que no necesita promoción mientras la Alhambra resista, convertir Granada en el circo máximo de la carajera turística mundial, en la versión impostada de la Andalucía obligatoria de volante y faralaes que con tanto tino ha denostado Antonio Muñoz Molina. Después de encontrar solución al botellón tras años de intentos fallidos, y no teniendo bastante con las despedidas de soltero, la ocupación masiva de las calles y las plazas públicas y el aviso que supuso el Día de la Cruz, a Francisco Cuenca y olé se le ha ocurrido extender el jolgorio de las fiestas del Corpus al Centro, obligar a su residentes a vivir la feria sí o sí, a escuchar sevillanas hasta el empalago (la programación es ¡obligatoria!), a sufrir una semana de castigo con el fin de ofrecer una imagen divertida al exterior y atraer a más y más visitantes. A medida que el mandato trascurre, y mientras evalúa la magnitud de la ruina que heredó del PP, cunde la impresión de que el alcalde ha entregado la ciudad a los hosteleros y está permitiendo la conversión del casco histórico en un inmenso restaurante con bar de copas adosado en el que miles de camareros granadinos, con contratos eventuales a cinco euros la hora, servirán cerveza, vino y habas con jamón a destajo a una tropa inagotable de turistas.

La feria del Centro. Cuando leí la noticia recordé a Alfredo Di Stéfano, uno de los jugadores más ingeniosos que ha habido dentro y fuera de los campos de fútbol. Siendo entrenador, quiero recordar que del Valencia, alineó a un portero de reflejos portentosos y escasa concentración que, tras realizar paradas imposibles, perdió él solo el partido con una cantada en los últimos minutos. Al finalizar aquel fatigoso encuentro, Di Stéfano se dirigió al guardameta y le dijo: "Che, no le pido que pare las que van dentro, pero no se meta las que van fuera". Susanista hasta en su concepto de la diversión, el alcalde alegre y olé se mete las que van fuera. Y la capital va camino del desasosiego, de convertirse en una sucursal de la feria de Sevilla, en una urbe más pensada para los negocios que para el uso y disfrute de sus habitantes. Lo dicho. Francisco Cuenca. Para cada solución tiene un problema.

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