Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

Franco y el ejército

No se defiende mejor a España con sable, fusil, huevos o guantes que con la pluma, el ordenador, el cerebro o las manos desnudas

Más de 180 militares jubilados, muchos de ellos de alta graduación, han firmado una Declaración de respeto y desagravio al general Francisco Franco Bahamonde, soldado de España. Generales, coroneles, almirantes y capitanes de fragata han puesto los galones sobre la mesa con la intención de presionar al Gobierno y evitar que se retiren del Valle de los Caídos los restos del golpista uniformado que ganó la Guerra Civil y la continuó con el asesinato de miles de personas. Durante décadas, la sede de la soberanía nacional estuvo en el Palacio del Pardo y en los Ministerios de Defensa e Interior. Y se supo. Pero la noticia actual arroja sombras sobre los criterios seguidos a la hora de promover los ascensos en el Ejército tras el fin de la Dictadura. La inmensa mayoría de estos mandos daban órdenes hasta apenas anteayer. Luego el franquismo ha seguido latente en estamentos capitales del Estado democrático. Y es inquietante que, frente al aluvión de defensores de la memoria del Generalísimo, sólo hayan respondido una veintena de compañeros entre los que, exceptuando a Julio Rodríguez, el exJEMAD que ahora milita en Podemos, no figura nadie que ocupara cargos de primer nivel. El resto de quienes dentro del colectivo no están de acuerdo con los abajofirmantes franquistas ha preferido guardar silencio.

Un soldado no vale más que un obrero, no se defiende mejor a España con el sable que con la pluma, con el fusil que con el ordenador, con los huevos que con el cerebro, con los guantes de gala que con las manos desnudas. De ahí que quepa cuestionarse dónde estaban, y porque no firmaban manifiestos, estos ilustres jubilados cuando la corrupción asolaba el país. Y cuando se retrasaba la edad de jubilación. Y cuando se empobrecían las clases medias. Y cuando se arruinaban a los trabajadores. Y cuando se reformaba la Constitución para pagar las deudas a los bancos antes que para socorrer a sus compatriotas. Tan compatriotas, y patriotas, como ellos, a los que sustentaban y a los que sí se respetaron todos los derechos. Y una pregunta postrera: ¿por qué tantos de los que presumen sin cesar de constitucionalistas callan clamorosamente ante los elogios encendidos al hombre que reprimió a medio país y lo rigió por las leyes fundamentales que le dictó su capricho?

Postdata: "Europa nos libra de la Guerra Civil". Lo dijo Antonio Domínguez Ortiz ya nonagenario. Creo. Aunque no me apuesto nada. Ni sé por qué me habrá venido la frase a la cabeza, oye.

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