Ahora que las elecciones andaluzas se acercan, es necesario que la ciudadanía reflexione profundamente sobre la viabilidad de las autonomías en su formato actual, y, todavía más aún, sobre el gigante autonómico andaluz -el más grande aparato administrativo de todas las autonomías de España- innecesario e insostenible, amén de artificial.

Observarán cómo todos los partidos políticos que reniegan o renegaron de dicha división territorial, tras tocar poder, quedan embelesados por el actual estado autonómico ¿Por qué? Porque cuando mandan en esos mini-estados -en el sentido de Administraciones idénticas a la estatal pero más pequeñas-, catan las enormes posibilidades de colocarse hasta la eternidad, tanto ellos, como a toda su troupe de acompañantes, arrimados y favorecidos.

Empresas públicas, fundaciones, Administraciones instrumentales…, en fin, chiringuitos interminables que sólo sirven como colocadero de políticos, amiguetes y parentela. Toda una superestructura paralela a la ya sobredimensionada Administración autonómica, que sólo sirve a sus amos para perpetuarse en un régimen a costa de nuestro dinero.

Esa perpetuación ocurrirá si los ciudadanos no reflexionan sobre a dónde van sus votos y su dinero. Mucho de éste se destina a pagar sueldazos de cargos innecesarios, coches oficiales, escoltas, dietas, prebendas y privilegios, y no a la excelencia en los servicios públicos, que es lo que desea cualquier ciudadano del s.XXI. La reforma de las autonomías es acuciante, el recorte de gasto público en estas megaestructuras es urgente, y mayormente aún en la CCAA andaluza.

Cuando me preguntan por la viabilidad económica de la CCAA de Granada y sus territorios históricos, dicha autonomía serviría, además de para reponernos en una situación de justicia histórica, territorial, moral y económica, también para acabar con el despilfarro económico en nuestra tierra, porque aquí sufrimos ese engorde administrativo y también el coste de sufragarlo en el resto de Andalucía.

Ya está bien de gastarse nuestro dinero en chiringuitos y colocaderos variados mientras no hacen nada por Granada y ni los granadinos. Llevamos así 42 años. Supresión de todas las Administraciones paralelas, supresión de un 50%-70% de cargos públicos y consejerías, fuera chiringuitos, consejos consultivos, delegados, asesores, coches oficialesutilización de la estructura provincial de la Diputación -por cierto, elegida no democráticamente- para una estructura autonómica mínima que permita dedicar todo el presupuesto a los ciudadanos, esto es imprescindible para la autonomía granadina. Mientras llega… pagaremos todos los chiringuitos andaluces y, si queda dinero, se seguirá mimando a Sevilla y Málaga.

Granada no necesita un gigante, sólo eficaces servidores públicos que no se sirvan de lo público. El Granadexit también optimizará nuestros recursos.

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