Irene Montero se ha salido con la suya y el Gobierno aprobará esta semana su ley trans de la que abominan la casi totalidad de las feministas y también los auténticos trans. Unos y otros llevan meses siguiendo las peripecias de la ministra de Igualdad convencidos de que Pedro Sánchez, y sobre todo Carmen Calvo, con importante historial por la igualdad, se opondrían a los caprichos de una recién llegada a la política que ha sido ministra porque su pareja así lo exigió -viva la promoción de la mujer por sus méritos- y que desde el primer día ha dado muestras sobradas de su incapacidad y sectarismo. Sus propios compañeros de gabinete han echado atrás, por disparatadas, algunas de sus iniciativas … y ahora parece que va a ganar la batalla si esos compañeros no lo impiden el próximo martes.

La ley que lleva al Consejo es un despropósito y acaba con una lucha en la que muchas mujeres, y también hombres consecuentes con la igualdad, se han dejado la piel. Si se perpetra ese disparate, la igualdad se la ha cargado en España un gobierno supuestamente progresista y que presume de ser más feminista que cualquier otro conocido.

Según el proyecto que va este martes al Consejo de Ministros, el sexo es una cuestión de sentimiento. Cualquier persona puede solicitar el cambio de sexo en su carné de identidad sin necesidad de informe médico previo ni tampoco haberse sometido a un proceso de hormonas, como ocurre en los países democráticos que llevan años de desarrollo de sus leyes trans. Eso significa que los auténticos transexuales serán equiparados a los hombres y mujeres que quieren cambiar caprichosamente de sexo simplemente porque dicen no sentirse identificado con el que aparece en sus documentos.

Pésima noticia para las mujeres. En varios países del mundo, entre ellos España, hay leyes que imponen cuotas femeninas en instituciones y en empresas privadas, lo que muchas mujeres las consideran humillantes porque prefieren que la promoción se base en los méritos. Pero, incluso los detractores de las cuotas reconocen que han abierto puertas a muchas mujeres que probablemente nunca habrían llegado a cargos de responsabilidad. El hecho de que el sexo femenino se pueda elegir a conveniencia, abrirá las puertas a varones que dirán sentirse mujer para conseguir así formar parte de las cuotas femeninas. Un disparate y un despropósito que devalúa a las mujeres que tanto han luchado por ser valoradas, porque las equipara a falsas mujeres que se han colado de forma oportunista en un colectivo que, al fin, había conseguido la promulgación de leyes que garantizan que a efectos laborales y sociales tienen los mismos derechos que los hombres.

Que Irene Montero eche abajo el movimiento feminista debería provocar que al menos Carmen Calvo pusiera pie en pared. Sánchez es otra cosa: a él le mueven las matemáticas, mantener el apoyo parlamentario de Podemos como sea.

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