Gobierno provisional

Nadie ha gobernado España con 123 diputados en sus filas. Nadie, salvo Sánchez el último año con 84 escaños

España entró en una etapa de gobiernos provisionales en 2015, que será larga. Los nuevos partidos han traído más inestabilidad y han aportado bien poco. El fracaso de la investidura de Sánchez lo veía venir todo el mundo menos el coro de aduladores que le rodea, que quería un gobierno monocolor con 123 diputados socialistas. Nadie ha gobernado España con tan exiguos apoyos. Nadie, salvo el propio Sánchez con 84 escaños gracias a la coalición adversa que echó hace un año a Rajoy en la moción de censura.

Encima, el presidente del actual gobierno provisional anunció que no se fiaba de Pablo Iglesias. Sostuvo que no lo podía nombrar vicepresidente porque no estaba seguro de su disposición a defender la democracia española. Pero, ¿si no es de fiar, por qué lo convirtió en socio preferente? ¿Pueden los españoles confiar en un Gabinete con ministros que generen esa inseguridad al presidente?

Sánchez nos confunde. Él y su círculo íntimo no se cansan de decir que los españoles han hablado muy claro. El PSOE es el partido más votado, pero el 71,4% de los electores prefirió otras opciones. Y podía haber hecho algún gesto hacia su vecino del centro derecha con el que compone una mayoría de 180 diputados, aunque Rivera en este momento sea menos de fiar que Iglesias. El jefe de Ciudadanos debería saber que el primero en utilizar la palabra banda [criminal] para desacreditar a sus adversarios fue Le Pen en los 80: la banda de los cuatro era todo el arco parlamentario francés: gaullistas, centristas, socialistas y comunistas.

El término fue reciclado por Podemos como la casta con la misma mala intención. Y ahora lo recupera el presunto liberal de la política española, cada vez más cerca de posiciones reaccionarias. Si alguien ha salido investido esta semana ha sido Casado como jefe de la oposición: le ha sacado varios cuerpos en moderación y firmeza institucional a un Rivera desnortado, acelerado y cabreado. Tampoco han escapado mal los portavoces de PNV, ERC y Compromis, mediando entre las incompatibles soberbias de los dos partidos de izquierda. Claro que esta disposición de nacionalistas, independentistas o regionalistas para ayudar a un débil gobierno provisional siempre supone un riesgo en euros, cupos o indultos.

¿Habrá acuerdo de legislatura o una coalición para evitar nuevas elecciones el 10 de noviembre? A lo mejor se cumple la máxima del general Patton que citó Aitor Esteban: la presión hace diamantes. Lo que no habrá es un gobierno estable. No es la época.

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