Rosa de los vientos

Pilar Bensusan

bensusan@ugr.es

God save the queen

La emperatriz sevillana es quien decide lo que pasa en sus dominios granadinos y en su monumento más emblemático

Hermajesty ha hablado y ha decidido que al frente de las Joyas de la Corona haya personas designadas por su excelso dígito, olvidándose de su firme promesa ante sus futuros súbditos de que fueran los mejores, los más preparados y, por supuesto, elegidos por concurso público.

Esta promesa fue bien recibida por el pueblo que acabó encumbrando a The Queen al poder. Pero la reinona se olvidó pronto de ellos, defraudándolos, traicionando su confianza y eligiendo para su joya palaciega a alguien de su corte, no elegido por concurso sino a dedo, olvidándose de su compromiso.

Para más inri, la persona escogida declaró en antena hace dos años, criticando al anterior director, que el elegido para dirigir la gran joya debería serlo por concurso público, pero ahora que le ha tocado a ella ya no hacen falta ni el concurso, ni los méritos, ni las capacidades, ni los especiales conocimientos en tan eminente Patrimonio.

Y es que nuevamente la emperatriz sevillana es quien decide lo que pasa en sus dominios granadinos y en su monumento más emblemático. Y es mejor una elegida foránea sin sabiduría en la materia que designar al más cualificado, eso poco importa, lo que demuestra que la joya granadina también poco importa, sólo interesa como otro bastión más de su poder.

¿Dónde vas Ciudadanos, dónde vas triste de ti, que callas desde tierra de nadie, mientras tu Juan sin tierra consiente y apoya, calla y apaña desde su trono adjunto?

Los esperanzados súbditos están decepcionados y quizás se levanten para no elegir más a Her Majesty y sus acólitos, porque emulan en demasía a la antigua Sultana roja, no sólo en este asunto, sino en muchos otros más.

God save The Queen, porque le vienen curvas municipales, ya que los súbditos no son tales, son votantes hartos de trolas y patrañas que merecen que no se les engañe más. Con no haber prometido nada, nada se esperaría, pero el presumir de ecuanimidad y objetividad cuando se está completamente en sus antípodas, y además se nombra a quien ha despotricado públicamente de la designación a dedo, convierte a la soberana hispalense en mentirosa electoral, a idéntico nivel que su antecesora.

Granada y su joya alhambresca se merecen la más cualificada dirección, desde la sabiduría y la erudición del conocimiento del monumento, desde la experiencia en Patrimonio y cultura, y no se merece continuar siendo otra agencia más de colocación de políticos, si cabe más descarada.

God savea Granada, a la Alhambra y a los granadinos…

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