Crónicas Levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

jmmarques@diariodecadiz.com

Golpe a la Bética

La medida es más lesiva, por cuanto los competidores mediterráneos, Grecia e Italia, no están afectados

El sistema productivo andaluz sigue siendo, con algunas novedades, el de la Bética romana. Aceite de oliva, vinos y donde hubo cereales, también hay una interesante agricultura intensiva de productos de Almería, Huelva y Granada. En conexión no ya con Roma, sino con los primeros tartesos, aún siguen varias minas abiertas, con permiso de la juez Alaya y sus prospecciones judiciales. Buenas fincas y playas para veranear y algunas incursiones en sectores novedosos, como el aeronáutico. Tampoco está mal, oiga, tanto empeño de gobiernos anteriores en cambiar el modelo productivo de Andalucía, cuando lo que hay que hacer es eso, dejar hacer y avanzar unos grados en la industrialización: mejor vender el tarro de tomate frito al tomate a granel, como el brandy a la uva.

La administración de Donald Trump acaba de poner, negro sobre blanco y en un prolijo listado, la condena arancelaria a las estrellas de la economía andaluza. Aceite de oliva, aceitunas verdes, vinos, mandarinas, tomates cherries y productos del cerdo van a ser castigados con un arancel del 25% a partir del 18 de octubre para cobrarse las ayudas ilegales que la Organización Mundial de Comercio (OMC) entiende que España, Francia, Alemania y Reino Unido han dado a dos modelos de aviones de Airbus: el A350 y el A380. Son 6.900 millones de euros que Estados Unidos quiere recaudar con el arancel a estos productos, más otros con menos incidencia en Andalucía como el whisky y los quesos frescos.

La medida es más lesiva para España porque sus competidores mediterráneos, Italia y Grecia, no están en el listado. Es una declaración de guerra a la que aún le queda la esperanza, porque la OMC todavía tiene que dictar una sentencia sobre ayudas a Boeing, el gigante americano de la aviación.

El plumón amarillo de Trump&Boris está haciendo un gran daño a la economía mundial, que ya está padeciendo en 2019 una caída de las cifras de comercio global. Si volvemos a la Bética y a los últimos decenios del Imperio, recordaremos cómo la caída en el agujero de la Edad Media no sólo se debió a las invasiones bárbaras, que al fin y al cabo estaban muy romanizados, sino a la destrucción del orden jurídico y de las infraestructuras que garantizaban el comercio entre todas las latitudes del Mediterráneo, que era nuestro gran mercado. Aranceles y fronteras cabalgan ahora como los germanos desde las heladas aguas del Rin.

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