Invertir en ciencia es una cuestión esencial. Siempre lo ha sido pero ahora con el impacto de la pandemia Covid-19 está más claro que nunca para todo el mundo. La investigación es la vía que nos lleva hacia el verdadero progreso siempre que se enfoque con criterios de ética social y de equidad.

La ciencia, desde siempre, nos ha traído los mejores avances para el mejor bienestar cuando se ha sido capaz de librarse de planteamientos minúsculos y sectarios. Esto es fácil de comprobar si hacemos una mirada retrospectiva a lo largo de la historia de la humanidad.

Ahora, el mundo está comprobando que la salida más segura a esta difícil situación generada por la pandemia Covid-19 tiene su base en la disponibilidad y en la aplicación universal de vacunas. Las vacunas (aunque aún no tengamos las dosis necesarias), aparecen así como el milagro de la ciencia. Se ha sido capaz de generar vacunas muy eficaces y seguras frente al coronavirus, gracias al esfuerzo de la ciencia y los científicos.

La ciencia ha alumbrado un éxito enorme en un tiempo récord y nos ha demostrado (en el caso de la Covid-19) la enorme capacidad de cooperación entre grupos diversos a nivel mundial. También, nos ha mostrado las carencias y las debilidades de un sistema de ciencia que no termina de tratar bien a los profesionales que dedican su esfuerzo a esta importante tarea, que tiene enormes beneficios para el bien común.

Todavía recuerdo con mucha pena la ceguera y la sordera de quienes gobernaban cuando recortaban (hace pocos años) los presupuestos para I+D+I con la misma tijera de cortar kilómetros de AVE, de autovía o de imponer la tasa cero de reposición en la función pública. A pesar de avisar sobre las consecuencias de ese recorte en nuestra capacidad de liderar y proponer soluciones de progreso, hubo oídos sordos que beneficiaron a los países que no recortaron en el esfuerzo que la investigación necesita.

Hoy, es evidente que la apuesta por la ciencia es clave. También hoy el esfuerzo público en I+D+I es aún manifiestamente mejorable. Y un mejor y más intenso trabajo conjunto con empresas punteras, nos puede dar aún más y mejores resultados. Una ciencia con criterio de ética social y de equidad es (casi) lo único que nos puede sacar de este y otros agujeros globales en los que estamos y podemos estar.

Por eso, es imprescindible una reflexión seria y autocrítica que debe hacerse de la mano de viejos y jóvenes investigadores para mejorar y aprovechar todo nuestro potencial. Nuestros avances están en manos de la ciencia. La victoria frente a la Covid-19, también.

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