Graduaciones

Realizar este tipo de acto, siguiendo las normas de seguridad, debería haber tenido respaldo institucional

El pasado sábado asistí, invitado por los estudiantes, al acto de celebración del fin de los estudios del Grado de Magisterio en diversas especialidades de Educación Primaria. En dicho acto, más allá de las bandas de graduación, no hubo ningún símbolo oficial de la Universidad de Granada, ni se entonó el Gaudeamus, ni hubo el habitual discurso grabado de la rectora, ni representación (presencial o virtual) de la Facultad de Ciencias de la Educación. El acto se celebró en el Palacio de Congresos de Granada entre las 18:00 y las 20:00 horas. Fuera hacía mucho calor y dentro había aún más, pese a la gran aclimatación de las instalaciones, un enorme calor humano de satisfacción y orgullo de estudiantes y sus familias, aún con solo tres invitados por estudiante que se graduaba. Estimo en no más de cuatrocientas personas las asistentes, y otras tantas mascarillas. En todo momento se guardaron medidas de seguridad, es más, todos los estudiantes que recibieron la banda de graduado o graduada, como universitarios del último año, habían sido vacunados en su momento, pues tuvieron que realizar las prácticas de educación en el último semestre de este curso. Y la mayoría de los padres y madres, por edad, también ya habían sido vacunados. Por supuesto que eso no nos eximió de ponernos la mascarilla y guardar las normas de seguridad durante el acto.

Exactamente lo mismo se hizo el año pasado en un acto similar, cuando no había vacuna y yo asistí de igual modo. En esa ocasión hubo símbolos oficiales y discurso de la rectora. Por ello no comprendo la decisión de la Universidad, ni de la Facultad de Educación en desaconsejar la celebración de esos actos. A la vez, en otra sala, se celebraba la graduación del Grado de Biología. Ambos grupos de estudiantes manifestaban su enorme enfado con las autoridades universitarias en lo que entendían había sido un intento de obstaculizar y boicotear unos actos de graduación que para ellos y sus familias tiene un enorme valor simbólico.

En mi opinión, realizar tal acto, siguiendo las normas de seguridad, y con la mayoría de sus asistentes vacunados, debiera haber tenido un mínimo respaldo institucional. Los profesores que allí estuvimos lo hacíamos a título personal. No comparto que la institución parezca acusar a los estudiantes de irresponsables por organizar cuidadosamente tal acto. ¿O acaso la Universidad da por seguro que esos estudiantes y sus familias son unos descerebrados? ¿Quién está tirando la primera piedra y quién está libre de culpa? Vale.

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