El descenso del Granada CF a Segunda División en la última jornada de liga y cuando disponía de la mejor situación de entre sus rivales directos ha provocado un terremoto de indignación entre los aficionados. El alcalde, Francisco Cuenca, se ha subido al carro del mosqueo colectivo para pedir al dueño del club que dé explicaciones a la ciudad. Argumenta que también está en juego el escudo y el nombre de la ciudad, pero se le olvida que hace muchos años que el fútbol es un negocio y que se trata de una empresa privada. La misma empresa a la que la ciudad está dispuesta a entregar su instalación deportiva estrella. Ahora Cuenca lo pone en duda, porque espera un proyecto deportivo sólido. Pero es el mismo proyecto que ya hacía aguas hace meses, cuando se ultimaba el borrador del convenio.