El micro-ondas

Agustín Martínez

Granada, en almoneda

ANTE lo que está cayendo en la construcción, otrora maná para las arcas de todos los ayuntamientos, y con la crisis galopante que cierra cualquier grifo por el que pudieran manar los tan necesarios euros para sus resecas arcas, la imaginación se ha convertido en la mejor aliada de los responsables de las haciendas municipales. Hasta ahí no estaría mal la cosa; lo malo es cuando esa imaginación se convierte en un puro delirio y las soluciones económicas en un pandemónium de despropósitos.

En estas estamos en el Ayuntamiento de la capital que, según sus portavoces, se ve en la "obligación", de vender tres palacetes en el Albaicín para poder financiar el traslado de su departamento de Urbanismo desde las Hermanitas de los Pobres al complejo de los Mondragones, de manera que la sede urbanística quede vacía para así poderla habilitar como sede del "imprescindible" museo de la ciudad, sin el cuál no sé cómo hemos podido vivir hasta ahora.

La culpa de la venta la tiene, por supuesto, la Junta de Andalucía que, en su maldad recurrente hacia Granada, se empecina en no ceder el Banco de España para sede del susodicho museo. Y como imaginación parece no faltar en la Plaza del Carmen, las cabezas pensantes del Consistorio -siempre haciendo gala del talante conciliador que les caracteriza- han diseñado toda una serie de propuestas, a cuál de ellas más razonable, para evitar el, para ellos, doloroso trance de tener que vender el patrimonio de todos los granadinos.

No me negarán que la propuesta de que la Casa Agreda pase a ser la sede de la Fiscalía Superior de Andalucía no es una bicoca para la Junta. Los fiscales, todos juntitos en el Albaicín, en una "solución habitacional" que para sí hubiera querido la ex ministra Trujillo, sin posibilidad de aparcamiento, para así posibilitarles el saludable ejercicio de caminar todos los días y con una localización tan céntrica y relevante que encontrarlos sería poco menos que un milagro del GPS, lo cual sin duda les daría máxima tranquilidad en su trabajo. Pues va la Junta y dice que no, que los fiscales se van al Banco de España y es que con esa actitud no hay quien pueda.

Claro que aún más ventajosa es la propuesta de instalar en el palacete la sede del Milenio y mandar a los fiscales a hacer puñetas a un solar del que nadie sabe nada. Pues bien, a pesar de tanta generosidad -el Ayuntamiento solo pide a cambio el edificio del Banco- la revenía Junta sigue diciendo que nones.

Y luego se extrañarán en Justicia de que el Ayuntamiento les vaya a hacer tragar quina a la hora de concederles el permiso de obras. Si es que no hay forma.

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