Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

Granada, hecha un Cristo

Miren al prójimo, piensen en la gente necesitada mientras se tira el dinero público en menesteres absurdos

La tradición empezó a cambiar mediados los 80, cuando el poder político granadino se deslumbró con Curro, el Betis y la Macarena. Antes de que Sevilla inaugurara el AVE, nosotros importamos sus modelos de Feria y Semana Santa. Y, después, con la inestimable colaboración de Canal Sur, el gentío, incluidos no pocos dirigentes y militantes de izquierda, viró sociológicamente hasta alcanzar el punto de confusión actual, en el que hay rojos que cantan "Soy el novio de la muerte" y periódicos que dicen que los ateos se han entregado en manada a las tradiciones y la gozan viendo un paso. Pero no todos, eh. Yo no me rindo, a mí me han rendido. Soy consciente de que cada primavera la ciudad sufre una regresión, adopta un rostro medieval y cientos de miles de personas alcanzan el éxtasis contemplando la imagen de Cristo escoltada por tipos envarados, señoras de luto, romanos ficticios, penitentes encapuchados y jóvenes soplando una corneta. Esta apoteosis de estética católica atrae turismo, genera beneficios y crea trabajo. Luego, pese a que me deprime el ritual y detesto las multitudes, he concluido que igual derecho tienen a manifestarse los beatos que los sindicalistas, los jubilados o los descontentos por la fusión hospitalaria. Así que desde hace años huyo y no piso el Centro desde Ramos a Resurrección.

La calle es suya. Tanto que los del Silencio se han escandalizado porque las autoridades han encendido las luces para garantizar la seguridad ciudadana y han roto una tradición de 94 años. Eso es una obviedad, no un argumento. Hay tradiciones buenas, malas y peores. La esclavitud fue una tradición centenaria y no ganaría ahora un referéndum en Kenia. ¿Y qué? No voy a discutirlo. Lo que sí voy a destacar es la lógica de la Hermandad en mantener a Franco como hermano mayor. ¡Normal! Tendrá sus fieles. Y están los méritos. ¿Cómo no va a ser distinguido por la Hermandad del Silencio un tipo que, tras acabar la Guerra, mandó callar la mitad de la población… y a algunos miles les selló los labios para siempre?

O sea que rendido. A sus pies. Al cielo con ella. Y guapa, guapa, guapa. Pero cambien la tradición y porten cirios eléctricos. O pongan una tulipa que recoja la acera. El domingo era lastimoso ver el mar de mugre. Granada estaba hecha un Cristo. Miren al prójimo, piensen en la gente necesitada mientras se tira el dinero público en menesteres absurdos. ¡Por amor de Dios!

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