HACE tiempo que Granada dejó de ser una provincia de inmigrantes para ser una de emigrantes, un punto de partida para miles de ciudadanos que se ven obligados a marcharse en busca de un futuro mejor. Los últimos datos del padrón publicados por el Instituto Nacional de Estadística revelan que, por segundo año consecutivo, Granada ha perdido población, un fenómeno que rompe diez años de crecimiento y que tiene mucho que ver con que la provincia haya dejado de ser una tierra de oportunidades. Cierto es que no se hay cifras escandalosas, pero una pérdida del 0,7% de población en apenas dos años sí que es significativa. Granada es un punto de partida para miles de ciudadanos y también para miles de empresas, que han visto cómo la caída del consumo interno se traducía directamente en un desplome de la cuenta de resultados. ¿La solución? Salir al extranjero, poner en marcha un plan de comercio internacional que permita compensar las pérdidas nacionales. En Granada hay 1.300 empresas exportadoras y, si todo va bien, en breve se unirá una nueva, Maritoñi, que está elaborando una torta sin manteca de cerdo para vender sus productos en los países árabes. Está claro: ante la crisis, reinventarse o morir.

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