La semana pasada el Pleno del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud aprobó el Plan Estratégico en Salud y Medio Ambiente de España, el primero de ámbito nacional que se hace en nuestro país.

El objetivo de este plan, esperado desde hace años por los profesionales sanitarios y ambientalistas, y por diferentes grupos sociales -especialmente aquellos cuya actividad se centra en la ecología-, es promover simultáneamente tanto la protección de la salud como la del medioambiente. Es bien conocido, y avalado por miles de estudios científicos, que las condiciones del medioambiente donde vivimos afectan significativamente a nuestra salud. Las sociedades más avanzadas del mundo, como Alemania o los países nórdicos, Canadá o Japón, destinan muchos esfuerzos y desarrollan muchísimas medidas sobre su medio ambiente para mejorar su calidad y así evitar que unas malas condiciones ambientales contribuyan a dañar la salud de la ciudadanía. Además de ser de sentido común, "no dañar" a las personas es una obligación ética.

Pero, además, es inteligente, porque es socialmente mucho más eficiente prevenir la enfermedad. El gasto sanitario de los países desarrollados, destinado casi en su totalidad a tratar a las personas cuando enferman, es enorme; los países de la Unión Europea se gastan un 7% de su PIB en sanidad. Este gasto va al alza, fruto del envejecimiento progresivo de la población y del intenso desarrollo de las llamadas tecnologías médicas. Así que es razonable que los países adopten medidas para reducir -o, al menos, contener- esa enorme factura sanitaria, con la intención, entre otras, de disponer de más recursos para desarrollar políticas públicas frente a otras necesidades sociales.

El Plan recién aprobado dedica uno de sus capítulos a las "ciudades saludables". ¿Qué es una ciudad saludable? Según la OMS es aquella que está comprometida con la salud y que adopta medidas de mejora continua del entorno físico y social, y ofrece a la ciudadanía los recursos necesarios para que las personas puedan desarrollar una vida sana. Entre otras cosas, significa favorecer la movilidad activa y sostenible, la convivencia social, y entornos socialmente más inclusivos, económicamente más competitivos y más saludables.

El Plan es una magnífica oportunidad para que nuestra ciudad impulse los cambios necesarios que nos lleven, por fin, hacia una Granada saludable. ¡Qué buen reclamo sería añadir esa condición a las otras grandes riquezas que nuestra ciudad brinda!