Granada, los tranvías y el Metro

Fueron los 70, años en los que se iniciaba un proceso de falta de mantenimiento y hasta eliminación de líneas

Hasta los años setenta pudo llegar con vida la red tranviaria de Granada que, casi desde comenzó ese mismo siglo XX, había venido uniendo las poblaciones de lo que actualmente se denomina Área Metropolitana que, como es bien sabido, la constituyen una treintena de municipios que se agrupan en torno a la propia capital de la provincia y que viene a concentrar una población que está hoy en torno al medio millón de criaturas.

La empresa Tranvías Eléctricos de Granada SA, concesionaria de este servicio público desde 1903, había llegado financieramente exhausta a término de los años sesenta y decidió prestar este servicio con autobuses interurbanos, dejando la obsoleta red tranviaria a la empresa Ferrocarriles Españoles de Vía Estrecha que, ante las imposibles inversiones necesarias para su modernización, tras una historia completa de verdadero abandono, comenzó, desde 1974, el desmantelamiento de este servicio público -no contaminante- eliminando todos los coches y las jardineras y extrayéndose las vías férreas del pavimento en núcleos urbanos y caminos rurales, acción que debió acabar en el primer lustro de los años noventa, no sin una cierta -e ingenua- algarabía e incluso celebración, por la eliminación de aquella red de transporte eléctrico que fue sustituida por una flota de autobuses con potentes motores de gasóleo, junto al progresivo aumento del uso de automóviles particulares con sus motores de explosión, lo que propició que Granada entrase -con grises letras de plomo- en el triste listado de ciudades altamente contaminadas. ¡Una alegría, oiga!

Un colega periodista -y brillante, por cierto- se entretuvo en calcular que, con la chapa de los automóviles existentes entonces en Granada, se podrían haber forrado ¡con tres láminas! la totalidad de las calles de la ciudad.

Fueron años en los que se iniciaba un proceso de falta de mantenimiento y hasta eliminación de las líneas que nos unían por ferrocarril al resto del mundo y los caminos rurales y carreteras provinciales sólo recibían alguna -muy limitada- atención de la Diputación Provincial. De la Autovía del 92, mejor no entrar en detalles… Granada, bajo la larga tormenta de la postergación, del olvido y el abandono.

Y aunque es verdad que el comienzo del tren metropolitano sobrepasó en casi el doble las inversiones económicas previstas y los plazos prometidos por aquella Junta de Andalucía, no está siendo, sino hasta ahora, que parece se realiza una nueva planificación, desde la razón y la sensatez por la Consejería de Fomento de Marifrán Carazo, para que El Metro llegue pronto a otras poblaciones cercanas con los consiguientes beneficios para ciudadanos y medio ambiente. Seguiremos atentos. ¿O no?

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