Quousque tamdem

Luis Chacón

luisgchaconmartin@gmail.com

Y Granada, ¿Qué?

No veo, ni leo, propuestas para mejorar las ciudades. Granada necesita un proyecto de futuro. No uno por semana

Andan los analistas electorales preocupados por el impacto que van a tener los resultados del 2D en la composición de los consistorios tras las municipales de mayo. Y no les digo nada sobre la tensión que se masca en las sedes de los partidos. O el canguelo que tienen los centenares de concejales canosos que no han cotizado en su vida pero no han sacado en suficientes ocasiones el incensario al paso del líder como para haberse asegurado un escaño en el Hospital de las Cinco Llagas o en cualquier otro parlamento autonómico. Quizá por eso, el juego de las sillas musicales está en plena efervescencia a lo largo y ancho de España.

Más de uno ya está pensando cuántos concejales va a ganar Vox y cuántos van a perder PP y PSOE. Y si Ciudadanos y Podemos van a crecer o disminuir dado que ya no son los novedosos partidos que hace casi cuatro años iban a convertir cualquier rincón de España, unos en Nueva York y otros en Moscú. O eso contaban, claro. Las listas electorales son como aquellas fotos en color de los platos combinados que ponían en los bares de mi niñez. Y los concejales, como el plato que te servían. Si usted, querido lector, cuenta con menos de cuarenta años, pregunte a sus padres que seguro que le explicarán la metáfora con mucho gusto.

Pero lo que ni veo, ni leo son propuestas para mejorar las ciudades. Y a Granada me remito. Ya tengo preparada la columna con la que voy a comentar este mandato que empezó con alcalde popular y lo va a acabar con socialista, en ambos casos, gracias a la coherencia política de Ciudadanos, claro ejemplo del palaciego perro del hortelano del inmortal Lope de Vega. La titularé "Cuatro años" y el texto será un folio en blanco. Aunque a lo peor me vengo arriba y lo ensució con algún churrete de esos que ahora llaman grafitis.

Hacer ciudad y tener un proyecto de futuro. Uno. No uno cada semana. No podemos ser la Ciudad de la Música, la de la Semana Santa, la de los Museos, la de la Cultura, la del Deporte y la del encaje de bolillos, la vainica y el punto de cruz. Porque al final, somos lo de siempre, la ciudad que presume del Albaicín pero tiene sus callejas sucias y ahítas de tenderetes, la de las plazas sin vecinos atestadas de terrazas, la de la tapa cutre y la malafollá. La ciudad que tiene la suerte de tener la Alhambra y la desgracia de sufrir unos políticos que no son capaces ni de ponerse de acuerdo sobre qué queremos ser de mayores.

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