Crónica Personal

Gritar de ira

Cuando se conocen algunas de las iniciativas legislativas a las que el Gobierno da prioridad, dan ganas de gritar de ira

Loque más importa hoy a los españoles es la economía y la salud, que ante una pandemia es sinónimo de supervivencia. España vive el desastre más grave desde la Guerra Civil y sólo los que se sientan en torno a la mesa del Consejo de Ministros parecen no darse cuenta. Sufrimos miseria y paro galopante, y no hay más que darse un paseo por las calles para comprobar el alto porcentaje de comercios con las persianas cerradas o los establecimientos hoteleros con las puertas cubiertas de pegatinas y grafitis porque hace meses que no abren. La situación es límite.

Provoca espanto que el Gobierno dedique parte de su tiempo a reelaborar una Ley de Memoria Democrática que supuestamente debe complementar o corregir la ley de Memoria Histórica que no ha traído más que enfrentamientos. O que el Gobierno dedique estos días de incertidumbre y agonía a llevar al Congreso la reforma de la Ley de Reforma Laboral, cuando desde todas las instancias incluidas las sindicales, y desde luego la Unión Europea -que es la que los salvará los muebles si el Gobierno hace los deberes-, advierten de que tocarla en este momento sólo traerá inestabilidad y más paro. O que el Gobierno se dedique a mercadear con el número de vocales que pueden tener los partidos amigos en las instituciones del Estado que deben ser renovadas, en lugar de nombrar a personas de reconocida solvencia profesional ajenos a militancias y servilismos ideológicos.

Ya se adivinaban maneras de ineficacia y sectarismo en Pedro Sánchez antes de las elecciones, las ganó porque la mayoría de los españoles confiaron más en él que en Pablo Casado a pesar de esas maneras; y como no espabile el presidente del PP seguirá ganando Sánchez y el futuro de este país puede ser dramático. Lo es el presente, pero Sánchez no se inmuta: legisla sobre asuntos de escasa enjundia y, en cambio, se duerme en los laureles a la hora de abordar las cuestiones que de verdad importan. Como por ejemplo ir elaborando los Presupuestos, manga por hombro, aunque negocia los apoyos sin que sus interlocutores conozcan sus líneas maestras, o ir redactando el documento para Bruselas en el que explique detalladamente a dónde piensa destinar las ayudas que le puede conceder la UE. Y ya puede Sánchez ir tomando decisiones sobre las medidas que permitan abrir las empresas y negocios cerrados, impedir que los ERTE se conviertan en ERE, y controlar la situación sanitaria que es preocupante y nos coloca en cabeza de la lista de los que peor está gestionando la pandemia.

Cuando se conocen algunas de las iniciativas legislativas a las que el Gobierno da prioridad, dan ganas de gritar de ira.

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