Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

Habemus alcalde

El viento de un tiempo nuevo soplaba por fin en el centro de esta ciudad marchita que todos queremos ver florecer

Hasta la plaza del Carmen me llegué el pasado miércoles para estar cerca de los acontecimientos. Se elegía nuevo alcalde para dar portazo a la etapa del 'Camarote de los Hermanos Marx' que fue el Ayuntamiento de esta post-pandemia arruinada para todos menos para los que viven de la administración, la casi única empleadora que va quedando ya con alguna solvencia en mitad de la carencia generalizada.

Se notaba la desafección, la desconfianza hacia nuestro ayuntamiento. Éramos solo un puñado de aficionados a los vaivenes de la política local los que allí seguíamos a través de una pantalla la votación pro alcalde que resultó como de Eurovisión, con recuento de votos coreados por los de la plaza con pitos y aplausos según el nombrado. Aire festivo y con el desenfado local acostumbrado. Sonrisas y alguna broma, como para destensar.

Nadie se esperaba aquel 'pleno al quince' que aupó a la alcaldía a 'El Elegido' para salir de este Matrix emponzoñado en que se convirtió la ciudad a base de ombliguismos y desvergüenza supinas. Un tiempo para olvidar y no recordar en que lo peor de la política se puso a la vista de todos para el rechazo general.

Se notó cierto aire de alivio con la elección final. Desideologizada aclamación toda vez que las ideologías abocaron al desastre. Quedaban las personas y en eso Paco Cuenca tiene un cartel de convencido de lo que hace y con un punto de amor por la ciudad que no puede disimular, algo que no se puede decir de todos, ya lo hemos visto. El amor implica desprendimiento y altura de miras. Especialmente constancia, renuncia a seductoras llamadas más placenteras y, sobre todo, perseverancia y coherencia entre lo dicho y lo hecho. De ahí la ovación final.

Por fin salió el nuevo/flamante alcalde a la plaza a mostrar su merecido bastón de mando, con su collar de regidor de la ciudad que tan bien le sienta a él en su segundo mandato. Un encargo nada envidiable a la vista de la ciudad que le dejan de nuevo unos y otros, más famosa ya en los noticiarios que en los folletos turísticos casi. Una ciudad dolorida/encogida ante la pujanza de otras que sacan pecho. Una ciudad rota.

El viento de un tiempo nuevo soplaba por fin en el centro de esta ciudad marchita que todos queremos ver florecer de nuevo. Y lo veremos. O eso espero.

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