Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Halo de misterio

Donde uno esperaba encontrar un genio de la política aparece un acaparador de lugares comunes

Rodearse de un halo de misterio y oscuridad da prestigio. Exponerse a la luz descarnada del mediodía lo quita. El último ejemplo se llama Iván Redondo. Cuando actuaba como mago todopoderoso en las bambalinas de la Moncloa estaba considerado una cabeza privilegiada, capaz de diseñar la moción de censura que colocó a Pedro Sánchez en la Presidencia del Gobierno y de manejar los hilos del poder hasta el punto de ser considerado como el verdadero vicepresidente y el único capaz de hacerle sombra al presidente. Mientras se mantuvo escondido a los medios de comunicación su prestigio no sufrió merma. Su figura incluso sirvió para que se escribiera algún libro narrando su exitosa subida al poder a través del asesoramiento político, primero a mediocres dirigentes del PP como Xavier García Albiol y más adelante a un Pedro Sánchez que venía del fracaso en las batallas internas de su partido, pero que daba muestra de una capacidad de resiliencia -por utilizar el verbo de moda- digna de mayores empeños.

Pero Iván Redondo tuvo la mala idea, quizás porque necesita no quedar descolocado en un mercado tan competitivo como el suyo, de ponerse a dar entrevistas a troche y moche. Ahí ha ido quedando retratado y se ha dejado jirones de su probablemente bien ganada fama de Rasputín. Porque el Redondo que aparece en esas comparecencias públicas -desde la primera con Jordi Évole a la más reciente con Carlos Alsina- decepciona. Donde uno esperaba encontrar un genio de la política aparece un acaparador de lugares comunes que usa el circunloquio como un consejero autonómico o un concejal enteradillo y donde uno esperaba enterarse de cosas extraordinarias, que deben fraguarse donde de verdad anida el poder, todo lo que había era más de lo de siempre con escaso interés.

Esto que le ha pasado a Iván Redondo no es nuevo ni es él la primera persona que parece una cosa y luego es otra. Cierta dosis de misterio en torno al cargo que se tiene y las misiones que desde él se desempeñan son un magnífico guardián de la reputación. Y la reputación es un activo importante en casi todas las actividades de la vida. Muchas veces, cuanto menos se sepa sobre uno y más espacio libre se deje a la imaginación, tanto mejor. La realidad, casi siempre por no decir siempre, empeora las cosas. Así, donde antes había un Maquiavelo resulta que solo hay un chisgarabís al que una vez le sonó la flauta. Cosas de la vida.

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