Bloguero de arrabal

pablo Alcázar

Hijos del Emperador

LA Toma, como siempre, me deja un poco confuso. Porque, si yo estuviera seguro de que no corre por mis venas ni una gota de sangre judía o agarena (sic Paquito Rodríguez), tendría motivos para celebrar que mis ancestros castellanos tomaran Granada y que, huyendo del hambre y del desamparo castellanos, se instalaran en sus feraces vegas. Pero, ¿y si soy descendiente de un judío expulsado o de un moro convertido a su pesar?, entonces poco tendría que celebrar. Lo que no saben muchos granadinos es que también se puede ser descendiente del emperador Carlos V o del séquito alemán que lo acompañó durante los seis meses que pasó en Granada, tras su casamiento con Isabel de Portugal. Los que tengan el labio befo, la piel blanca y un acusado prognatismo (que los hay entre nosotros) tendrían que revisar su árbol genealógico. Desde luego, no todos van a ser descendientes del emperador, pero sí de alguno de sus palafreneros. Agustín Serrano de Haro (1898-1982), inspector de Enseñanza Primaria e hijo de un jornalero de Guadix, nos ha descubierto en su libro de 1947, Guirnaldas de la Historia(Historia de la cultura española contada a las niñas), que el emperador Carlos, recién casado, se escapaba de casa, so pretexto de ir de caza, y no se recogía hasta el día siguiente: "Y fue un día en que el rey salió de caza", relata Serrano de Haro, "y persiguiendo a un jabalí se perdió en la espesura de los bosques (¿de alguna Venus?, me pregunto). Llegó la noche y volvieron los cortesanos, sin encontrar al rey. Doña Isabel, llorosa y angustiada, mandó que salieran a los montes con hachas encendidas, mientras ardían las grandes luminarias en lo alto de las torres y tocaban a rebato todas las campanas de la ciudad. Al amanecer apareció el rey", concluye Serrano, vocero de la ideología más conservadora, que quizá estuviese informando a las pequeñas lectoras de 10 años -a las que iba dedicado su libro- de que los hombres de vez en cuando salen por tabaco y que hay que sufrir su ausencia y resignarse tras su vuelta. Por mi parte, al ser yo prognato, como mi padre, Guirnaldas de la Historia, que compré hace años en la librería Costales, me ha hecho ilusionarme con la idea de poseer un robusto paquete genético alemán, que estoy dispuesto a exhibir ante la señora Ángela Merkel, como prueba de mi pertenencia a la raza elegida. Espero librarme así del hambre en los días de escasez que se avecinan.

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