El Hospital sin nombre

Tanto Federico Olóriz como Alejandro Otero están cargados de razones y merecimientos para rotular el Hospital del PTS

Porfiaron políticos, de uno y otro espectro, hace años ya, en rotular el nuevo hospital que entonces se terminaba de construir en la Vega, con el nombre de algún eminente galeno granadino -natural o de adopción- que hubiese sobresalido en fama y prestigio en el mundo de la medicina y, por ello, merecedor de ser recordado en la meta máxima del granadino templo de Esculapio. Pero, como era de esperar -y una vez más- no hubo manera de que se pusiesen de acuerdo socialistas que gobernaban en la Junta de Andalucía y 'Populares' que entonces, aún, no habían accedido al Gobierno de la Comunidad Autónoma.

Eran dos los nombres con los que se especulaba para dicha nominación: el del gran médico y antropólogo, el doctor don Federico Olóriz, científico granadino de prestigio internacional, Catedrático de Anatomía Patológica de la Universidad Central de Madrid, miembro de la Real Academia Española, de la Real Sociedad Española de Historia Natural, de la Real Academia de la Historia y Real Academia Nacional de Medicina. Amigo y compañero docente de Santiago Ramón y Cajal, como antropólogo fue gran estudioso de la Antropometría e Índice Cefálico humano e introdujo en España y Portugal el sistema de identificación de las personas, mediante el estudio de las huellas dactilares.

El otro nombre candidato, el del también doctor don Alejandro Otero, pontevedrés de Redondela, catedrático de Ginecología, rector de la Universidad de Granada, diputado nacional y concejal del Ayuntamiento granadino, que tuvo, antes de la contienda fratricida de 1936, buen prestigio clínico que, junto a su militancia en el PSOE, pesó a la hora de ser nombrado subsecretario (viceministro) de Armamento por el Gobierno de la República, durante los años de la citada guerra, hasta que marchó al exilio a México, tras la victoria de las tropas del general Francisco Franco en 1939.

Los nombres de ambos candidatos, cargados de razones y merecimientos; quizá unos más científicos, académicos y puramente médicos que otros; aún están sobre la mesa, no se ha dispuesto rótulo que indique una u otra denominación del todavía nuevo Hospital Universitario del Parque Tecnológico de la Salud, de Granada. El más grande y avanzado -se dice- de Andalucía.

¿Se podrá abrigar esperanza de que, algún día, pueda haber acuerdo entre los representantes parlamentarios de los andaluces para poner nombre a nuestro hospital clínico? Y ya, de camino, ¿habrá alguien de la administración autonómica que sea competente para abroncar a quien adjudicó la explotación de los aparcamientos de pago, que tan carísimos resultan a los atribulados pacientes que allí acudimos? ¿O no?

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