Balsas de piedra

ANTONIO DAPONTE

Hotel California

¿Por qué habrá control de alquileres en un Estado tan rico, en el país abanderado del neoliberalismo?

El Estado norteamericano de California ha aprobado una ley que limita el crecimiento de los precios del alquiler de la vivienda. Cuna de los ordenadores, de internet, y de un sinfín de innovaciones industriales y tecnológicas, es la quinta economía más grande del mundo, con solo 40 millones de habitantes. ¿Por qué habrá control de alquileres en un Estado tan rico, en el país abanderado del neoliberalismo?

La causa es la enorme desigualdad social generada por el neoliberalismo, que está multiplicando los beneficios de los que ya disponen de capital o salarios y rentas elevadas, y manteniendo bajos los sueldos del resto de la población. Además, un sector favorito de inversión de estos beneficios es el inmobiliario, conduciendo inexorablemente al alza los precios. A este binomio, que conocemos bien en Granada, se suma la falta de inversión pública productiva, inherente al dogmatismo neoliberal: desde hace décadas ni se construyen ni se modernizan sus autopistas, el metro, o los trenes de cercanías.

Casas rozando el millón de dólares, alquileres de 2.000 dólares mensuales, y un transporte público muy escaso e ineficiente, hace que las clases medias trabajadoras no puedan vivir cerca de su trabajo, en las grandes áreas de actividad económica. Así que o bien desperdician horas en enormes atascos de tráfico, o pernoctan en pensiones y establecimientos similares durante la semana laboral.

El efecto más dramático de todo ello es los homeless, las personas sintecho, que aumentan a razón de dos dígitos anualmente. Cualquiera que visite San Francisco o Los Ángeles podrá encontrarlos por centenares viviendo en improvisados campamentos en parques y plazas, lo que constituye una grave emergencia social y sanitaria. Y, paradójicamente, en el otro extremo social, los profesionales altamente cualificados están abandonando el Estado, hacia otros lugares del país. Además de tener que dedicar una gran proporción de sus ingresos a pagar los escandalosos precios de la vivienda, sus vidas se complican. Los profesionales que les prestan asistencia, desde cocina, jardinería, limpieza, a los cuidados infantiles, viven a grandes distancias, lo que hace difícil y poco rentable proveerles del servicio. Por todo ello, la vivienda se ha convertido en una suerte de emergencia nacional en California.

Según la Organización Mundial de la Salud, la vivienda es un refugio físico, y nuestro hogar, ese espacio tangible y emocional conformado por las personas más queridas. Además, nos integra física y socialmente en un barrio y una ciudad. La vivienda es imprescindible para la vida y la salud, de ahí que únicamente nos resulte de utilidad una perspectiva desde las políticas sociales y de protección de la salud.

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