Hoy es Cuaresma, no Ramadán

Los antiguos ateos o agnósticos participan en el rompimiento del ayuno musulmán, pero no hoy en el 'Miércoles de ceniza'

últimamente me viene sorprendiendo la piedad, casi ascética, con la que multitud de políticos, preferencialmente de significación izquierdista, vienen mostrando como si fuesen fieles neoconversos, por la celebración del Ramadán que, como todos bien sabemos, es un tiempo religioso que celebran anualmente los creyentes musulmanes.

Un servidor, hasta ahora poco, había estado convencido de que el político profeso de izquierdas, tradicionalmente -y culturalmente, incluso- había venido siendo persona no distinguida por celebrar algún acontecimiento de origen religioso. Excepción hecha de José Bono, naturalmente, pues ya sabemos que el ilustre manchego es capaz de decir una cosa y hacer exactamente la contraria, lo que hogaño es muy común. Es el caso, pues, de muchos políticos de la izquierda, que de siempre, si no han sido decididamente ateos, al menos sí que se nos han venido presentando como agnósticos al menos. Las cuestiones religiosas, independientemente de las valoraciones marxistas sobre las mismas, han venido quedando al margen del discurso político de la izquierda, siempre y cuando no se haya llegado a determinar que el hecho religioso cristiano y los religiosos propiamente dichos o sus instituciones, son un estorbo para sus fines políticos.

Pero héteme aquí que, de buenas a primeras y habida cuenta del cada vez mayor número de votantes musulmanes en nuestro país, sobre todo en las grandes ciudades; y teniendo en cuenta que los moros también votan; se han convertido -para esa izquierda, otrora intransigente y descreída- en un nicho de posibles feligreses. Y ahí se lanzan, llenos de espíritu misionero, de adquirida piedad y de bisoñas virtudes y fraternidad coránica a anunciar, como si ángeles fuesen, el tiempo de celebración del Ramadán. Obsérvese -verbigracia- la sonrisa de la alcaldesa Carmena, que es una de las que se abren de oreja a oreja, como flor de almendro llena de ajos, ansiando contemplar el degüello de millares de corderos, que llenan de festiva sangre suelo de patios, plazas y jardines madrileños.

Y ahí andan hoy los antiguos ateos o atemperados agnósticos, participando, inopinadamente, en el rompimiento del ayuno musulmán. Ya lo dijo aquel Borbón hugonote y amoral: París bien vale una misa, pues igual. Pero no se les verá participando hoy, Miércoles de ceniza, en los actos en que, muchos más millones de ciudadanos, conmemoramos el inicio de la Cuaresma en la cristiandad. Me gustaría ver qué pasaría si el Islam fuese mayoría. ¿O no?

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