SON las cuatro de la mañana hora local. El jet lag una vez más no me deja dormir. De repente, en medio de una sesión de zapping compulsivo, aparece en la pantalla del televisor la CNN, que se dispone a transmitir en directo la intervención del presidente de los Estados Unidos en la Universidad de El Cairo. El escenario es un gran salón de actos abarrotado por más de tres mil personas que aguardan expectantes las palabras de Obama. Saluda a los asistentes en árabe y arranca ya al comienzo de su intervención los primeros aplausos. Inmediatamente dice que ha venido a decir la verdad, lo que en palabras de un político de hoy resulta casi un sarcasmo. Dice que los grandes problemas que nos enfrentan hoy día en el mundo, sólo pueden ser abordados si somos capaces de ponernos frente a frente y decirnos la verdad. Que eso es lo que recomienda el Corán. A partir de ahí desgrana, en los aproximadamente cuarenta minutos que dura su comparecencia, los seis grandes problemas que encarnan la situación de tensión que vivimos entre el mundo islámico y occidente, reconociendo errores y diciendo lo que ningún político occidental se habría atrevido a decir en semejante foro.

Entre citas del Corán el discurso avanza recordando algunos de los mejores momentos de los parlamentos públicos del malogrado Kennedy. Me impresiona la capacidad de este hombre para transmitir ilusión, haciendo creíble cada argumento, mirando de frente y haciendo fácil lo que la experiencia nos dice de forma tozuda que no lo es. Siempre que le escucho caigo en la tentación de pensar que es un vendedor de humo, que no puede creer que los problemas se puedan resolver sólo consiguiendo que la gente confíe en él. Pero viéndole frente a esas tres mil personas diciendo que si él siendo negro ha llegado a presidente, por qué no va a ser posible que se resuelva el conflicto palestino-israelí, me hace recordar que hay liderazgos capaces de movilizar las voluntades más contumaces. No sé si es osadía o papanatismo, pero, de momento, los presentes en la Universidad del Cairo han ido, como otros muchos, cayendo en sus redes e imaginando que es posible, que por qué no, que tienen delante la prueba viva de que cualquier cosa que nos propongamos la podremos conseguir.

Necesitamos que haya espacio para quienes nos sacan de nuestro pragmatismo conformista de cada día. Al fin y al cabo, un tipo negro llamado Husein ha ganado la presidencia de los EEUU, ha volado hasta El Cairo y se ha puesto frente a tres mil musulmanes para decirles que su país y el islam tienen que empezar de nuevo, que aunque no es fácil, we can!

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