Crónica personal

Pilar Cernuda

Con la Iglesia hemos topado

OJO, porque suele salir mal parado quien se enfrente a los asuntos de la fe, de las creencias, de las tradiciones, de la cultura.

Ojo, porque no se trata de retirar crucifijos de colegios y hospitales y eliminar de sus paredes imágenes de la Virgen. Ojo, porque esta España aconfesional siente de una forma muy especial determinadas cuestiones directamente relacionadas con la religión católica, hasta el punto de que ateos declarados y agnósticos declarados se quiebran de emoción ante asuntos religiosos.

Que alguien trate de prohibir que los romeros del Rocío salten la tapia para pasear por la aldea a la Santa Paloma, que se eliminen las fiestas de moros y cristianos, que se impida a los legionarios sacar a hombros el Cristo de Mena en Málaga, que se prohíba el himno nacional a la entrada o salida de los pasos de sus templos en Andalucía o Castilla, que en los pueblos marinos se prohíba una representación de la Marina en la festividad de la Virgen del Carmen, o que se dé orden a los militares de que no rindan honores a la Custodia en Toledo el día del Corpus Christi… Ojo. Esto último lo acaba de impedir José María Barreda con un telefonazo, pero como continúe Zapatero en su cargo y Chacón en Defensa, a lo mejor el año que viene no hay llamada que valga del presidente de la Junta de Castilla-La Mancha.

Que tal como está el país, Zapatero se dedique a meter el dedo en el ojo a las procesiones y a las fiestas religiosas no hay quien lo entienda. Pues anda que no hay asuntos que arreglar...

Carmen Chacón ha dado instrucciones sobre el himno y sobre la presencia militar en actos religiosos que no tienen en cuenta nuestra cultura, nuestras tradiciones y, sobre todo, nuestros sentimientos. En España, mal que le pese a Zapatero y a algunos de sus ministros, la religión y la milicia están absolutamente imbricadas. Rendir honores a un Cristo, una Custodia o una Virgen es parte de nuestra historia y nuestra cultura, de la misma manera que las órdenes militares cuentan con un origen religioso, así como la mayoría de sus condecoraciones. Zapatero pretende dar un vuelco a la sociedad de este país, pero ese tipo de revoluciones sólo pueden hacerse cuando se cuenta con un bagage de eficacia que al menos obliga a pensar que el cambio que se propone es para bien, lo que desde luego no es el caso: nunca ha tenido España un presidente más errático, irresponsable e incompetente. Y en segundo lugar, incluso el cambio más radical obliga a respetar determinados aspectos profundamente enraizados en un país. Cuidado, Zapatero; cuidado, Chacón. No es que con la Iglesia hayáis topado, sino que pretendéis tomar medidas que echan por tierra tradiciones que se viven con la máxima intensidad y respeto. ¿A qué viene hacer tanto daño?

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