La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Imbéciles sin fronteras en Oxford

En Oxford se considera que el repertorio clásico occidental "angustia" a los estudiantes negros por ser "supremacista"

La pasada semana hizo ruido una información de The Telegraph sobre un proyecto de la Universidad de Oxford para revisar en los estudios de música la presencia del repertorio clásico occidental por "su complicidad con la supremacía blanca" heredera de "un sistema colonialista" que da primacía a la "música blanca europea de la época del esclavo", lo que puede producir "gran angustia a los estudiantes negros". Para remediarlo se incluirá "una gama más amplia de música no occidental". Imposible saber si fue la filtración de un disparate verdadero que al hacerse público obligó a la Universidad a dar marcha atrás o si, como ha reconocido el portavoz, una tontería propuesta por un profesor. El caso es que la repercusión ha sido tanta que la Universidad ha desmentido sólo en parte la noticia afirmando que la Facultad de Música baraja "expandir su plan de estudios para ampliar la oferta musical y estudiar una gama más amplia de música no occidental y popular".

Si grave es considerar supremacista la música clásica occidental, no lo es menos que en los estudios musicales no se estudiaran las otras extraordinarias músicas del siglo XX, desde el jazz a la música de cine pasando por el blues, el pop o el rock. Vamos a ver, que con la aclaración la cosa se pone aún peor. ¿En el ámbito de la mal llamada música clásica no se estudiaba a Takemitsu, Yoshimatsu, Zhou Long o Weng-Choung? ¿No se estudiaba el jazz, para mí la mayor aportación del siglo XX a la historia de la música, con sus derivaciones ligeras de las grandes bandas de entre los años 20 y 40, con Paul Whiteman, los Dorsey, Goodman o Miller en cabeza y las excepcionales vocalistas como Rutt Etting, Sophie Tucker o Valaida Snow? ¿No se estudiaba la canción popular moderna en el país de Lennon & McCartney, los Rolling o Led Zepplin? ¿No se estudiaba la música de cine de todas las tendencias, desde las sinfónicas de Rózsa, Herrmann, Rota, North, Goldsmith o Morricone a las jazzísticas de Legrand, Schifrin o Quincy Jones y las pop de Mancini o Barry? ¿No se estudiaban los musicales de Gershwin, Porter, Berlin o Bernstein?

Si es una gilipollez considerar que el repertorio clásico occidental "angustia" a los estudiantes negros por ser "colonialista" y "supremacista", es una pedantería haber ignorado estas otras músicas extraordinarias -ni mejores ni peores: distintas- que tienen sus propios niveles de excelencia y genio. Mal han arreglado la cosa.

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