Un mundo feliz

Federico Vaz

Imperativo legal

SÍ, prometo por imperativo legal, y como militante de izquierda, anticapitalista, nacionalista de izquierda y republicano, me comprometo a subvertir el orden establecido hasta que los derechos humanos lleguen a todos los andaluces desde la no violencia" …Hay que ser bobo, de solemnidad incluso. Supongo que cuando tres de los seis parlamentarios electos de Izquierda Unida decidieron llevar al Hospital de las Cinco Llagas la muy batasuna fórmula del juramento por imperativo legal, Juan Manuel Sánchez Gordillo, que ya la había empleado en otras legislaturas, no quiso quedarse sin su minuto de gloria y se le ocurrió tamaña mamarrachada. También ha prometido no quitarse la kufiya hasta la liberación total del pueblo palestino, por mucho que la prenda carezca de significado desde que el mismísimo Bisbal la combina con vaqueros de pitillo y Converse sin cordones. Gordillo tiene tres para intercambiar: roja, verde y negra, que no sé si responden a códigos como lo de llevar pañuelos de colores en el culo en los bares de ambiente.

Pero no es de moda de lo que trata esta columna; me pasma que la mitad de los diputados de IU acaten la Constitución y el Estatuto que ellos mismos votaron sólo porque no hay más narices, si quieren cobrar el sueldo de parlamentarios, ¿Será ésta la renovación que saldrá de las cenizas de Llamazares? Ni la cantinela del tsunami bipartidista ni una ley electoral que será injusta, pero permite que si una región vota mayoritariamente a sus partidos locales los electores no se vean representados por formaciones nacionales a las que no votaron, lo cual sería un fraude aún mayor. El hundimiento se explica en la propia dinámica interna de una formación sin rumbo ni ideología que se proclama y actúa como democrática pero tiene extraños compañeros de viaje en Euskadi o Latinoamérica, que babea ante el caramelo de un cargo en gobiernos de coalición con el PSOE y mantiene en sus filas a especimenes como el brujo de Marinaleda.

Izquierda Unida nació para encauzar la energía política de los españoles que dijeron 'no' a la OTAN superando algo carente de sentido al final de la Guerra Fría: un Partido Comunista -se podrá revindicar su historial de lucha antifranquista, pero internamente fue siempre un nido de purgas y persecuciones cainitas fruto de aquel engendro llamado centralismo democrático-. Las buenas intenciones de Iglesias o Sartorius se vieron pronto aplastadas por un PCE que sólo buscaba travestirse, que robó con nocturnidad el nombre de sus ex aliados verdes y siguió devorando a sus propios hijos hasta que por la torpeza iluminada de Anguita y sus herederos acabó pintando más bien poco en su propia casa. Y ahora, el regreso: ¿Quiénes se proponen como alternativa para salir del agujero? ¡Los comunistas! Frutos, Alcaraz, Rejón… Unos renovadores.

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