Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Indecencia de Iglesias

Comparar a Carles Puigdemont con el exilio de los republicanos es ignominioso

Si Pablo Iglesias, el dirigente de Unidas Podemos, dijera u ordenara decir la sarta de barbaridades, estupideces y bulos como uno más de los políticos sufridos en nuestro país no le daríamos otra importancia que la merecida por las pláticas partidistas. Pero si esas barbaridades las dice el vicepresidente del Gobierno de España, nos causa vergüenza y desazón por la irresponsabilidad y la ignorancia que revela tal mandatario. La última, esa indecente comparación de Carles Puigdemont con los republicanos españoles que tuvieron que exiliarse por la persecución de la dictadura franquista, para escapar de la muerte -los interminables asesinatos, entre ellos los de Lorca, Santa Cruz y de miles de españoles aún olvidados e ignorados sus restos- o de cárceles, en las que perecieron, entre tantos otros, Miguel Hernández, que escribió sus últimas letras a su hijo Manolillo, para cuando sepa leer. Nos hemos pasado los últimos cuarenta años de libertades hablando del drama del exilio republicano, de personas anónimas que escapaban por la frontera con Francia ligeros de equipaje, como iba Antonio Machado, con su anciana madre, para llegar a Colliure, donde murió poco después, dos días antes que su madre. O fueron acogidos en Hispanoamérica -México tuvo un papel destacado en esta acogida, entre ellos, al granadino Francisco Ayala-. Añadamos a los poetas andaluces Cernuda o Alberti, entre la enorme nómina. Ninguno tenía una lujosa mansión en Waterloo, como la del 'exiliado' Puigdemont -la comparación interesada para mantener el apoyo independentista se la ha agradecido el huido de la justicia-, y comparar la situación de la España democrática, en cuyo Gobierno participa, con la dictadura de la que escaparon los exiliados causa indignación y los descendientes sentirán repugnancia de esas comparaciones ignominiosas.

El cobarde Puigdemont, tras dejar en la estacada a sus compañeros sediciosos que han hecho frente a un tribunal garantista, como corresponde a un Estado democrático y de derecho, está muy contento, como lo está parte de los independentistas catalanes. El resto de ciudadanos -viendo las tibias reacciones de sus socios de gobierno- sentimos vergüenza de tener un vicepresidente de tan baja catadura ética e intelectual, que manda a una pobre correligionaria a explicarnos lo que es un 'exiliado', según la RAE, como si fuéramos unos indocumentados como su jefe. A Iglesias se les han enredado las ideas y la memoria histórica en su moño de la Rosario de Popeye a la que intenta imitar con esas caricaturas. Como personaje grotesco puede pasar, pero como vicepresidente del Gobierno de un Estado provocador de 'exilios' y 'presos políticos' debería plantearse su continuidad en el mismo para no quitarnos el sueño con sus desvaríos.

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