Infancia necesitada

Creo que en un país rico como España debería ser posible atender las necesidades de la infancia

Save the Children acaba de poner de manifiesto lo que ellos denominan "las cifras de la vergüenza", ya que se estiman unos 700.000 niños y niñas que necesitan gafas pero no las tienen porque sus familias no pueden pagarlas y unos 400.000 que se alimentan mal y no comen verduras, fritas o pescado por el mismo motivo. Es la pobreza.

Pero ojo: se trata de una nueva modalidad de pobreza que es la de aquellos que ni trabajando llegan a fin de mes. Algo muy característico de estos tiempos. Y es que el 64% de los menores viven (según las estadísticas oficiales), en familias con unos ingresos medios mensuales inferiores a 1.000 euros.

Con estos asuntos se corre el riesgo de caer en la tentación de hacer análisis simplistas y proponer soluciones cargadas de populismo o caracterizadas de demagogia y, por tanto, irrealizables. Por eso, prefiero detenerme en el análisis del impacto potencial que está situación tiene en el presente, pero también en el futuro, para que se busquen soluciones siendo lo más conscientes que se pueda sobre la dimensión de ese impacto.

Habría que tener la capacidad de empatizar con lo que supone vivir en la precariedad para tantas familias en España (y para tantos niños y niñas), para entender que esta situación está generando una situación de desigualdad que no deberíamos asumir como algo inevitable. La lucha frente a la desigualdad es uno de los asuntos que deben motivar la movilización social y la adopción de políticas públicas con medidas concretas y eficaces.

Pero es que, también, la desigualdad es una de las causas de frustración e infelicidad en el conjunto de familias afectadas, al tiempo que abona condiciones de vida que afectan a los derechos de la infancia. No podemos esperar, además, un futuro mejor si la desigualdad gana espacio en una sociedad que aparentemente nada en la abundancia.

Es por eso que si queremos trabajar por un presente y por un futuro mejor, convendría ponerse manos a la obra para que entre todos (organizaciones sociales, sociedad en general, empresarios, sindicatos, partidos políticos e instituciones públicas) busquemos respuestas factibles para acabar con esta situación o, al menos, mitigarla paulatinamente.

Yo creo que en un país rico como es España, debiera ser posible atender estas necesidades de la infancia. El presente y el futuro deben ser algo mejor que esto.

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