Cambio de sentido

Inocentes

El relato bíblico habla de la matanza de la inocencia, justo después de adorar al Niño. Potente. Actual

Herodes aún no ha terminado: hallan en Ceuta el cadáver de un niño de ocho años golpeado con un objeto contundente. Se confirma que el cuerpo hallado en un vertedero de Toledo es de uno de los niños desaparecidos en Madrid. En Barcelona, detenido un padre por intentar casar a la fuerza y encerrar a su hija. Dos menores impiden que su padre mate a su madre a puñaladas en Estepona. Todas estas noticias son de la semana pasada. No abren los informativos más que cuando hay carnaza suficiente como para convertirlo en El gran carnaval de Billy Wilder. En lo simbólico, el relato bíblico habla de la matanza de la inocencia, justo después de la adoración al Niño. Potente. Actual.

No hablaré hoy de asesinos en serie, ni del tío del saco, de individuos anómalos al margen de esta sociedad amantísima de la infancia y de los pájaros. Tampoco de las leyendas que los esquematizan y los convierten en cuentos de miedo. Ni sólo de niños y niñas a los que les acaban arrancando la vida, sino la inocencia. Es aquí donde se localiza la raíz del mal. Frente a quienes se quedan más a gusto si piensan que hay criaturas que nacen con la semilla del mal y que, por tanto, de grandes sembrarán la tierra de cizaña, me alineo con quienes localizan el origen de la maldad en una infancia arrebatada, tantas veces en nombre del supuesto bien del niño, a base de abusos, correazos, insultos, indiferencia, desprecio. También es habitual la matanza por asfixia: en nombre del supuesto amor al niño, no dejar de darle lo que no tuvimos, escrutar a su maestra, monitorizarlo, infantilizarnos, ideologizarlo. Tanto quiso el demonio a su hijo que lo entortó. Habrá quien, ante estas palabras, me rechiste que en qué quedamos. En permitirles ser lo que son, niñas y niños, ese inmenso misterio. Nadie sabe lo que es un niño. A "Honrarás a tu padre y a tu madre" no le añadieron un "como tú a tus hijas y tus hijos", quizá por obvio. Y no lo es. Cuando se afirma algo así, hay adultos que sienten ofendida su autoridad, tan dura como enclenque. "La alegría de la paternidad -Beltrand Russell dixit- la alcanzan quienes sientan sinceramente una actitud de respeto hacia el hijo". Con ello no propone -matiza el premio Nobel- una actitud parental "timorata, ansiosa y llenas de dudas de conciencia". Remato por A. Miller: "Todo el mundo muestra cariño por los niños que nunca llegaron a nacer o por los que están muertos; sólo el sufrimiento de los niños vivos se banaliza una y otra vez".

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