Inquietantes y perturbadores, vosotros

Se crea desde el poder un debate sobre la Monarquía para hacer creer que se atiende una demanda popular

Dice Sánchez que las informaciones sobre Juan Carlos I son "inquietantes" y "perturbadoras". Iglesias lo aprovecha y afirma que el presidente "está señalando algo evidente: crece en la sociedad española un debate sobre la utilidad de la Monarquía". No es verdad, pero no importa. La mentira y la propaganda han sentado sus reales en la Moncloa. El debate lo están haciendo crecer interesada y artificialmente gentes en apariencia tan diversa -eso sí, muchos unidos por su raíz televisiva- como Pablo Iglesias, Paz Padilla, Gabriel Rufián o Jorge Javier Vázquez. El siguiente paso de Iglesias es afirmar que este debate artificialmente creado desde el poder es una reivindicación popular que debe atenderse: "Un Gobierno democrático no puede ser ajeno a los debates que preocupan a su pueblo, un pueblo que ya no está dispuesto a tolerar ni ciertos privilegios, ni la corrupción ni la impunidad". ¿La solución? Hacer que los actos de Juan Carlos I comprometan a la institución, a Felipe VI y al mismísimo primer artículo de la Constitución: "La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria".

No otro es el objetivo de esta estrategia en la que, mientras el PSOE desvincula a Felipe VI de Juan Carlos I, Sánchez hace de tonto útil. Claro lo dejó Gloria Elizo, vicepresidenta tercera del Congreso y diputada de Unidas Podemos: "La única manera de desvincular a Juan Carlos I de Felipe VI y de la Jefatura de Estado es un referéndum y la abdicación de Felipe VI". Es el camino para alcanzar este sueño de Iglesias de no ver "a un jefe del Estado vestido con uniforme militar, porque es un representante del pueblo" (por lo visto los uniformados Churchill, Eisenhower y De Gaulle, que algo hicieron contra el fascismo y por la democracia, no eran representantes del pueblo).

Las circunstancias han generado en España tres grupos: dos que creo minoritarios -los monárquicos y republicanos puros y activos- y uno mayoritario de monárquicos y republicanos pasivos que entienden que si con la Monarquía parlamentaria hemos vivido los mejores años de libertades de nuestra historia, no hay por qué cambiar la forma política del Estado. Con el agravante de la mentira tantas veces repetida que muchos toman por verdad de que una república es única y necesariamente de izquierdas. Para inquietantes y perturbadores Sánchez & Iglesias, mi alma.

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