Rosa de los vientos

Pilar Bensusan

bensusan@ugr.es

Intolerancia intolerable

Me preocupa seriamente que, bajo el manto de la dictadura de lo políticamente correcto, se esté instalando progresivamente en nuestra sociedad una intolerancia con lo discrepante, como si ya no tuviéramos bastante los españoles con las dos lacras que arrastramos desde tiempo atrás, la de las dos Españas y la de la envidia como deporte nacional. Pero más aún me preocupa esta cuestión desde que se ha puesto en marcha por el colectivo HazteOir un autobús -ya denominado transfóbico- con el mensaje de "Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva, que no te engañen. Si naces hombre, eres hombre. Si eres mujer, seguirás siéndolo", y que, tras su inmovilización por un Juzgado de Madrid, promovida por Cifuentes, Carmena, el Ministerio Fiscal y colectivos LGTB, ha sido sustituido por una autocaravana con un nuevo lema contra el "adoctrinamiento sexual" que ahora añade interrogaciones a sus consignas.

Vaya por delante que, dejando a un lado la ciencia, no comparto las ideas de este colectivo ultraconservador al frente del que se encuentra Ignacio Arsuaga, y que desde muy joven la transexualidad me ha merecido un enorme respeto, y una solidaridad absoluta con el derecho al cambio de sexo de quienes no se identifican con su sexo de nacimiento, porque siempre he intentado ponerme en su lugar, y creo que es un gran logro de nuestra sociedad el no sólo permitir, sino también el propiciar todos los medios de ayuda y apoyo a los transexuales, con todas las consecuencias personales y jurídicas que ello comporta.

Sentado esto, me alarma la caza de brujas emprendida contra HazteOir y contra el tal Arsuaga, de quien en las últimas horas se ha dicho de todo, que si es familiar de Rato, que si su hermano ha firmado acuerdos con Cristiano Ronaldo para abrir hoteles en Ibiza -como si esto le convirtiese en algo…-, que si tiene vinculación con la organización ultra católica El Yunque. En fin, que en un tiempo récord se le ha dado a este colectivo más propaganda que la que nunca hubiese conseguido si su ya famoso autobús hubiese circulado con normalidad, ya que, sin esta exageradísima reacción, solo unos pocos ciudadanos hubiesen conocido el tema, pero gracias a la campaña de los prohibicionistas, millones de personas han podido recibir su mensaje.

Poco o nada se nos ha dicho de que esta campaña es una respuesta a la del colectivo Chrysallis de "Hay niñas con pene y niños con vulva" en País Vasco y Navarra, que evidentemente nadie prohibió y que se desarrolló con normalidad dentro del marco de la libertad de expresión, aunque pudiese molestar a muchos. Y parece impensable jurídicamente que el dichoso bus pueda incitar al odio a los transexuales, como han afirmado los del pensamiento único.

Pero los intolerantes fanáticos, que se creen en posesión de la verdad absoluta, niegan la libertad de expresión a los discrepantes, reconociendo únicamente una libertad de expresión: la suya. Fea costumbre, más propia de dictaduras que de democracias, obviando que bajo ningún concepto se debe intentar homogeneizar la expresión del pensamiento por la fuerza.

La respuesta auténticamente democrática a los rancios planteamientos de este colectivo es no limitarles su libertad de expresión, para demostrarles que en una sociedad moderna, libre y plural, siempre que no se cometan flagrantes atentados contra las libertades ajenas, todos pueden expresar libremente sus ideas. Como también lo ha hecho el ganador del carnaval drag de Las Palmas al disfrazarse de virgen María y de Cristo crucificado. Intolerancia intolerable…

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