Palabra en el tiempo

Alejandro V. García

Jean Piaget, algo pasa

ALGO pasa, y grave, en el centro de educación especial Jean Piaget. Por más que los docentes y la propia delegación de Educación esgriman como argumento de normalidad el prestigio acumulado por el colegio a lo largo sus 25 o más años de existencia (lo que nadie ha puesto en duda) las irregularidades han desbordado las puertas del modélico centro y han llegado, en forma de denuncia, al juzgado de guardia. Algo pasa. El prestigio no se puede constituir en una garantía de buen funcionamiento ni mucho menos en una coartada para que los medios no informen de unos acontecimientos que han traspasado los umbrales del colegio y están en manos de los jueces. El mensajero, en este caso, ha sido extremadamente cauteloso y ha tratado de dar una información equilibrada, sin intervenir en la sustancia ni en el color de la noticia.

Pero algo pasa cuando los padres de los alumnos denuncian en el juzgado de guardia la existencia de un habitáculo angosto (cuyas imágenes se pueden ver en la edición digital de nuestro periódico) donde son aislados (o incomunicados, encerrados o apartados) los chavales cuando sufren algún tipo de crisis. No puede ser gratuito ni caprichoso semejante paso adelante.

No es un "zulo", como figuradamente han dicho los padres, pero desde luego no es una "sala de relajación" como irresponsablemente dice la delegada. Un cuartucho de cuatro o cinco metros cuadrados, con tabiques de madera ensamblados manualmente y amueblado con una colchoneta exenta no puede ser denominado una "sala de relajación". Es, más bien, un habitáculo raquítico y chapucero que, al margen de la utilidad que haya prestado al colegio, no está a la altura del cacareado prestigio del Jean Piaget.

Yo no sé si la existencia de dicho habitáculo es, desde un punto de vista docente o psiquiátrico, conveniente o si, por el contrario, supone, como alegan los padres, un "atentado contra los derechos de los menores discapacitados". Pero el hecho de que este asunto no se haya resuelto por las vías normales, que haya coincidido en el tiempo con el relevo de la dirección, que no sea la única disputa que ha saltado del colegio a los juzgados (hace dos años hubo otra a costa de la colocación de una cámara en la sala de profesores) y que en los últimos tiempos hayan aumentado las discrepancias entre los profesores respecto al modelo educativo más idóneo ponen de manifiesto la existencia de un agitado mar de fondo en el colegio.

Un mar de fondo que ha trascendido los muros del centro y que se ha convertido en un asunto de interés público. Por más ingrato que a algunos les pueda resultar.

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