La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

A Juanma, ni agua

A Juanma Moreno no le han dado ni cien días de tregua ni cien minutos: ya se decretó que es rehén de los ultras

Por sus hechos los conoceréis, que decían en el Eclesiastés. La felicitación formal de Susana Díaz a Juanma Moreno o su presencia en la toma de posesión del primer presidente no socialista de la Junta de Andalucía sirven de poco ante el acarreo de militantes al modo antiguo -autobuses y bocadillos- para cercar el Parlamento en el que éste iba a ser investido. Proclamar en la tribuna la legitimidad de los pactos de la derecha a la vez que se ordena una oposición montuna, arriscada y sin tregua de nada vale.

Porque tregua no hay. Ni los tópicos cien días ni cien minutos. Antes de contar los 59 votos favorables a Moreno ya se ha condenado su inexistente gestión. Un rechazo preventivo, fundado en una verdad incomprobada por incomprobable: que el Gobierno de coalición de PP-Cs es rehén de la extrema derecha, con la que ha firmado un pacto oculto, y que gobernará para los ricos, como salmodió Teresa Rodríguez, que cuatro años después sigue confundiendo un debate en el Parlamento con un mitin en el patio de la Facultad (muchos años antes).

Un rechazo, además, que se expresa con maneras peligrosas. Por ejemplo, sumándose a una manifestación feminista en la que se grita "¡Fuera fascistas de nuestro Parlamento!" o el farsante "¡Que no, que no, que no nos representan!" a las puertas del organismo que encarna la soberanía andaluza y el día que se discute y decide quién gobernará Andalucía. Rodear un parlamento es perfectamente antidemocrático, como dijo Susana Díaz cuando los escraches los hacía Podemos, pero allí estaban varios diputados socialistas en primera fila. Incluyendo una secretaria primera de ese mismo Parlamento asediado y una consejera vinculada a la seguridad y la justicia.

Una vez que se ha decidido hacer oposición levantisca y prematura ya no se quiere ver que Juanma Moreno no ha cedido a Vox en el contenido fundamental de su disparatado programa (violencia de género, inmigración, devolución de competencias), ni que las competencias sobre familia serán compartidas por varias consejerías sin que haya una consejería específica, ni que la lucha contra la violencia machista sea cosa de Ciudadanos, ni que la primera reunión del presidente electo haya sido con Manuel Clavero, auténtico padre de la autonomía andaluza. Ni los gestos les valen a quienes han decretado que Moreno se plegará a la ultraderecha españolista, pero conviven con los tratos de Pedro Sánchez con el xenófobo Torra.

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