Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

Juanma, en mi cama

Peor es que una organización con integrantes propensos a la violencia conozca el domicilio de sus adversarios ideológicos

La crisis me ha hecho libre, gozo de la absoluta emancipación del pobre. Desde que soy autónomo y vendo las columnas y algunas otras chucherías al peso, como cuando tengo hambre, duermo cuando me vence el sueño y me levanto cuando me despierto. La única preocupación es que se haga tarde para echar la siesta. Puesto que cuento con una tropa de amigos sin sentido horario, a esa hora me parapeto en casa como aquel inquilino de la 13 Rue del Percebe que inventaba miles de argucias para convencer a sus acreedores de que no estaba en casa: bajo las persianas, apago el teléfono móvil, descuelgo el fijo y me tumbo en el sofá con un antifaz que guardo del último vuelo trasatlántico y un tapón de poliuretano en cada oído. Si suena el timbre no hay problema, Vicki, mi perra, es sorda y tampoco se cosca.

Este sistema de aislamiento me ha procurado la paz perpetua, un sosiego espiritual que han alterado dos noticias recientes. La primera me la dio ayer una amiga que jamás se incorpora antes del mediodía. Cuenta que a las once sonó el teléfono, lo descolgó y una señora le dijo: "Buenos días. Llamo de parte de Juanma Moreno. ¿Le gustaría conocer sus propuestas?". ¡Ojú! Comprendí entonces que Pablo Casado no amenaza en vano. No sólo van a ir casa por casa y puerta por puerta, también van a ir cuarto por cuarto. Están dispuestos a meterse en tu cama. Un incordio, porque Juanma, aunque bien parecido, es de derechas y yo acostumbro a dormir sobre ese costado. Y Pedro Sánchez, todo un galán, no cabe… se le saldrían los pies por debajo. Y a Albert tampoco lo quiero porque, la verdad, la verdad, la verdad, me es imposible conciliar el sueño con un hambre atroz o con un hombre atrás. ¡Que el hijo de Hermes y Afrodita me perdone!

La otra novedad es más inquietante. Los grandes partidos, sin encomendarse al pueblo español, han aprobado una Ley de Protección de Datos que mercantiliza la política y les permite conocer tu perfil gracias a la información que proporcionan las redes. Malo es que actúen como empresas y reduzcan a los ciudadanos a la condición de meros clientes potenciales a los que abrumarán con mensajes de voz, guasaps y correos electrónicos. Y peor es que algún día una organización con integrantes propensos a la violencia conozca el domicilio, las inclinaciones y los pensamientos de sus adversarios ideológicos. La veda está abierta. ¡Han implantado el Gran Hermano en un repente!

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