La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

Y Juanma ya es ¡guapo!

Como nos recuerda Antonio de la Torre en 'El Reino', el poder protege el poder. El poder da poder...

Los socialistas andaluces suelen recordar a sus compañeros de Madrid que sin la plaza estratégica del Sur es muy difícil ganar unas elecciones generales. Tuvieron que tirar de hemeroteca poco después de las autonómicas cuando algunos dirigentes del federal animaron a Susana Díaz a "hacer una reflexión sobre su futuro" tras perder el inexpugnable bastión del PSOE. Al otro lado del tablero político, la situación no es diferente. Con o sin cocina, y al margen de la credibilidad que podamos otorgar al cada vez más cuestionado CIS de Tezanos, querer enterrar al PP con una fotografía fija de enero donde no encajan ni los datos de partida -casi la mitad no sabe o no revela cuál es su intención de voto y sólo un 17% confiesa haber votado al PP cuando el apoyo real fue de un 33%- se mueve entre lo osado y lo temerario. Plantear, además, una intención directa de voto de más de 30 puntos para el PSOE llevaría a Pedro Sánchez a rozar la mayoría absoluta. "Raro", efectivamente, como advertía Alfonso Guerra.

El análisis político es una ciencia como lo son las matemáticas, la estadística y hasta la sociología, aunque llevemos toda la vida sin querer darnos cuenta de lo difícil que es entendernos. A los demás y a nosotros mismos; lo individual y lo colectivo. Pero del mismo modo que en Periodismo los datos no nos dicen nada si no somos capaces de ver la historia que hay detrás, si no le ponemos rostro, las cifras frías y supuestamente asépticas de una encuesta telefónica -incluso "sin trampa ni cartón" como pretende Adriana Lastra- no son más que brochazos manipulables y maleables al servicio del mejor postor. Ocurre como con la objetividad literaria: es una aspiración; legítima pero irreal.

El símil de la cocina no es casual: hay buena y mala cocina pero por encima de la técnica están los gustos. E influye el contexto tanto como los puntos de partida y las expectativas. De puertas para afuera, los partidos llevan años educándonos sobre la flexibilidad de los datos. Conscientes de que es clave tanto la agudeza de quien los interpreta -corrigiendo anomalías y contradicciones- como la intención de quien los encarga -viendo el vaso medio lleno o medio vacío-. De puertas para adentro, una de las mayores aficiones de las formaciones políticas es testar los climas de opinión (sus famosos tracking). Intentando vislumbrar los intangibles que terminan convirtiendo una estimación volátil en un comportamiento de voto real y, sobre todo, transformando la lectura de las tendencias en una oportunidad.

A Juanma Moreno lo llamaron "guapo" esta semana cuando se desplazó a la Alpujarra para visitar una residencia de ancianos. Inauguró en Lanjarón la primera placa con su nombre como presidente de la Junta sumergido en una inaudita nube de revuelo mediático y ciudadano. Le solía ocurrir a Susana Díaz cuando recorría los pueblos andaluces, gobernando o en campaña, pero no recuerdo ni un solo piropo efusivo hacia el líder del PP cuando le hablaba a las vacas y cuando -hasta dentro de su partido- lo daban por amortizado tras la jornada del 2-D.

Sin los milagros de la cirugía (y no siempre para bien), nadie se convierte en 'guapo' en cuestión de días. Tal vez sea esta anécdota la que mejor ejemplifique el impacto (y desconcierto) de los momentos con que nos distraen los sondeos. Los que explican los reincidentes fallos de las encuestas, los que terminan condicionando un resultado electoral en el último minuto, los que no son capaces de alertarnos de lo que ocurría con Vox y los que pueden arrojar alguna clave sobre hasta qué punto Susana Díaz adelantó los comicios confundida por su entorno (el cercano y el de la calle) que le daba por ganadora.

Seguro que la mujer y los hijos de Juanma Moreno siempre lo han visto guapo. Y sus padres. Y su familia. Y sus suegros de Padul… Pero es indudable que, desde que es presidente, está más guapo… En su pueblo y en el de al lado. En su partido y en los contrarios que ya no lo miran con tanto desdén. Para los suyos y para los que no lo eran ¡y ya lo son! El aura del poder. El que no se ve en las encuestas ni aunque las cocines bien. Porque, como nos recuerda Antonio de la Torre en El Reino, el poder protege al poder; el poder da poder...

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios